AG del audiovisal galego

Mi ajenidad respecto a esa megacultura viva que es el mundo audiovisual es de Juzgado de Guardia, aunque me tranquilizo sabiendo que mi ignorancia sobre la materia es tan grande como la que tengo de otras muchas. Es una laguna cultural irrecuperable (a mi edad) ese vacío cinéfilo que aqueja a un tipo como yo que va al cine de pascuas en flores y, sin embargo, acabo de “tragarme” entero el último número de AG, la revista del audiovisual galego que dirige Miguel Anxo Fernández, lo que me permite avistar las intimidades del sector en nuestra tierra. Que la lea por tanto no puede ser mérito mío sino de un contenido diversificado y, antes de eso, de un diseño ágil que huye del texto plano y saca a pasear a la vista al recreo. Desde ese estado de inocencia, una primera impresión es el poco peso que tiene Vigo en ese mundo, si se juzga por la casi nula presencia en sus páginas de actividades referenciales que permitan citar a esta ciudad. Caras viguesas, sí, como el productor, director etc. Antón Reixa, los actores Manquiña, María Castro, Antonio Durán “Morris”, la ayudante de dirección Tania Rodríguez Pino, los premios Chano Piñeiro (vigués de adopción), cita de festivales del entorno como el de Cans, Tui o Bueu... pero no mucho más, en contraste por ejemplo con todo lo que se produce o mueve en el eje Santiago-A Coruña. El tan mentado desequilibrio territorial norte-sur parece reflejarse ahí. Bueno, siempe nos queda la bebida (sin alcohol).

Jueves Santo mañanero

Y el Jueves Santo, al comienzo de este puente, a las 9 de la mañana, si paseárais el barrio viejo no veríais un alma, mientras sentiríais el aire fresco de la ría. Pero sí veríais cosas caminando despacio, a ritmo de festivo. Por ejemplo la cantidad creciente de papeles con teléfonos pegados en paredes o escaparates de locales cerrados ofreciendo servicios: cuidadora de mayores, maestro con conocimientos de educación especial, planchadora, tareas del hogar... Vienen malos tiempos y ojalá sean cortos. El modelo de sociedad consumista y acumulativo ha estallado.

Pequeño panteón portátil

Para iniciar la Semana Santa me tomo un vino con el profesor de Filosofía Francisco Sampedro. Es un placer poder hablar de levedades ante una barra con un tipo que, como él, es (aparte de comunista fiel) miembro del Grupo de Estudios Sartrianos o de la Asociación Louis Althusser; autor de libros como “La violencia excedente” y traductor al gallego de filósofos contemporáneos como Zizek, Labica, Balibar o Alain Badiou. De este último, por cierto, presenta dentro de unos días en Vigo la traducción que hizo para Laiovento de su “Pequeño panteón portátil”.

Y pinturas de Glendining

Otra cosa es tomar un vinito con la irlandesa Sarah Glendining, que es bastante más guapa que Paco Sampedro y tiene los ojos más azules. Me fui con ella a la vinoteca A Meiga que Jon Knörr tiene en la calle Elduayen, donde ella estos días expone esa obra suya colorista. Nos abrió una lata de ventresca Arroyabe de Bermeo y otra de mejillones Friscos de Catoira que me parecieron una gloria conservera. Y luego me fui a pasar el puente Gondomar, sin atascos. A saludar a Juan en La Vitrola o a Manolito en el Catro Camiños, y cambiar de rollo.