Jamás encontré plenamente justificados esos análisis políticos que se basan en la edad de los responsables políticos. Me parece una frivolidad enaltecer bien la juventud de un equipo, bien la veteranía que da el paso y el peso de los años. Pero tales análisis adquieren, no obstante, una cierta relevancia cuando es el máximo dirigente quien considera prioritaria la edad de la persona a la que va a se- leccionar para ocupar un alto cargo. Y Zapatero es de esos. No lo dice públicamente, pero todos los que le rodean lo saben y algunos hasta han podido comprobarlo en sus propias carnes: estaba, está, orgulloso de formar parte de la ‘generación del sesenta’ (el año en el que nació), que es, recuerda de cuando en cuando el presidente a sus próximos, la misma que Obama (que nació el mismo día que ZP, el 4 de agosto, aunque un año más tarde).

El efebismo político que nos ha aquejado y anegado tantas veces a los españoles, so pretexto de cambio y renovación, no siempre ha dado buenos resultados. Más bien ha consumido prematuramente a generaciones de políticos preparados cuando estaban en lo mejor de su experiencia, dando entrada a otras personas no siempre suficientemente preparadas ni con la veteranía necesaria. Puede resultar una locura, pero durante muchos años imperó en España la idea de que, si no eras presidente del gobierno a los cuarenta años, tu carrera política había fracasado.

Ahora, ZP vuelve los ojos a la ‘generación del cincuenta’, que, si bien nunca estuvo del todo fuera de las áreas de poder, ahora forma un verdadero lobby. Puede que este sea uno de los signos más claros de que Zapatero está reconsiderando algunos de sus planteamientos iniciales, aunque en mi opinión las rectificaciones son, desde casi todas las ópticas con las que puedan mirarse, claramente insuficientes. ZP, entiendo, podría haber ido mucho más lejos en sus planteamientos a la hora de formar este Ejecutivo, sin andar fijándose -como lo ha hecho- en cuándo nacieron los unos o los otros.

Ocurre que ahora la economía, Interior, Exteriores y Educación están en manos de gentes que frisan los sesenta años, y en el caso de Manuel Chaves los sobrepasa claramente. De la Vega, Salgado, Moratinos, Rubalcaba y Gabilondo se llevan pocos meses y yo diría que es una más de las razones por las que se entienden tan bien. Y en ese mismo grupo de influencia se inscribe también el jefe del gabinete de la Presidencia, José Enrique Serrano. Todos ellos son al menos una década mayores que su jefe de filas.

Claro está que no digo que la juventud sea un factor negativo a la hora de llegar al cada vez más relativo poder que significa un ministerio. Pero sí digo que solamente con la juventud no basta. Y que me parece que, al fin, Zapatero está alcanzando a comprenderlo: de hecho, él, que es de los años sesenta, se ha puesto en manos de los del cincuenta, que constituyen el núcleo motor del nuevo elenco ministerial. Ignoro si eso va a tener alguna relevancia en la trayectoria -tan difícil- de este flamante gobierno, pero se trata de un hecho que tal vez llegue a ser significativo en algún momento.