Rutas de la memoria viguesa

Leo que van a estrenar en la 2 una serie escrita por Manuel Vicent y titulada “Rutas de la memoria”, en torno a ciudades que han sido objeto de atención literaria. Salvando la distancia literaria, a veces piensa uno también en hacer una ruta pero con los comercios de Vigo que han formado parte del paisaje de la infancia de varias generaciones y que, con el paso del tiempo, han mudado en otros o desaparecido. Lo pensaba ayer, mientras compraba la prensa en aquel que fue kiosco Adela de la infancia de muchos, en la Puerta del Sol, y que ahora lleva una culta y simpática mujer llamada Alejandrina Pardo, que me recordaba que había abierto en 1915 y, salvo unos pocos años, nunca estuvo cerrado. Adela es para muchos vigueses un nombre mágico porque significa su entronque infantil con el mundo impreso, las colecciones, los cromos... así como la compra de prensa para los mayores. Puedo poner en esa ruta de la memoria a la lechería Nai que abrió en los 50 en la Plaza da Constitución, en la que por vez primera vimos la leche envasada y que, si fue tienda de moda alternativa no hace mucho con Tránsito Iglesias, luego fue tienda de camisetas creativas (Fankaplan) con Jacobo Alonso y Juan Núñez y ahora es peluquería que lleva con mucho gusto Ramón Pastoriza, “Monchito”. Un día tendremos que hacer una memoria emotiva de nuestros locales comerciales.

Redondela, parada de gozo

Otra memoria tendrá, por ejemplo, Manolo Conde, en cuyo restaurante redondelano Casa Paco estuve comiendo hace unos días. Manolo, que es un sentimental y una leyenda del fútbol base de la zona por lo mucho de vida que dedicó a hacer cantera, recordará a su padre, Paco faenando por allí cuando él era un niño y cómo poco a poco se fue haciendo ese bar. Sin salir de Redondela, seguro que Enrique Tuche, que vaya voz de zarzuela la suya, tiene memoria emocional de lo que era O porrón, su bar, durante su infancia. ¿Y cuál sería la de Manolo Lemos o su mujer Isabel, de Casa Lemos?

Nos fuimos a hacer brasa

Pero dejémonos de memoria para hablar de presente. Volví el otro día a ese bar Marisco que está en la Avenida de Lema y Marina, 159, camino de FARO DE VIGO. ¡Ah, qué bien que le da a la brasa Antonio Groba, patrón del lugar junto a su santa Marina!. Con Emilio Boullosa y a la salud de Sindo Breogán que nos invitó, nos tomamos unas luras, unos sargos y unos salmonetes de mucho gozo, regados por un rico blanco de Arbo que, servido todo por Iria y sus ojazos, sabía aún mejor. En la mesa de al lado, espalda contra espalda, estaban los expertos en paisaje culinario Alfredo Iglesias “metopas” y Enrique Álvarez “Porche” y éste, casi al oído, díjome: “Pide el tinto de la casa ¡ya!”. Y qué bueno estaba el tinto de Prado, vive Dios.

Guerra de notas

Y que los de la Asociación de Comercientes de Príncipe, ante la idea de la Xunta de acoger en “La Gota de Leche” el albergue de los sin techo, dice que mejor en la extinta escuela de hostelería Casco Vello. Al punto, los comerciantes de Casco Vello mandan una nota firmada por su gerente, Anxo Méndez, diciendo que (gracias pero) mejor en “La Gota de Leche”, que está en teritorio de los de Príncipe. Y que el barrio viejo lo que precisa es regeneración, no otra cosa. Bueno, a ver.