Resuelto el asunto inauguratorio, y con los nuevos Grupos Parlamentarios afinando el instrumento para el debate de investidura, quizá convenga decirle a sus señorías algo que parece de Pero Grullo aunque nunca se sabe si será tan obvio: que si alguna catacterística tiene la octava legislatura es que todos han ocupado ya los dos lados de la política -el del poder y el de la oposición-, y eso debería enseñar bastante.

No se trata, ni mucho menos, de condicionar posturas que en todo caso corresponden a los representantes, pero sí de recordar que los representados esperan algo más de ellos que los debates, por ordenados que sean, y ya ni se diga la bronca. En tiermpos de especial dificultad como los que corren hay que empezar con la Economía y seguramente también terminar por ella, puesto que nadie alcanzaría a comprender otras prioridades, si bien es verdad que varias que no lo parecen están conectadas con esa principal y por lo tanto habrán de tenerse en cuenta.

En este punto procede insistir en lo que antes se dijo sobre la experiencia. Quienes hasta ahora prestaban respaldo político al Bipartito no debieran olvidar que sus oponentes de entonces hicieron posible que en la séptima legislatura se aprobasen por unanimidad más proyectos de Ley que nunca an tes. Y eso quiere decir, entre otras cosas, que los diputados de la oposición praticaron un estilo -y un talante, sí- más constructivo de lo que entonces era norma, algo que les ayudó a volver pronto al poder: PSOE y BNG debieran tomar nota.

La nueva mayoría, por su parte, haría muy bien en tener presente cuán amargo puede ser el rechazo sistemático de lo que se propone, a la vez que recordar sus quejas cuando el PP veía desatendiddas una y otra vez iniciativas que tenían mucho de sensato pero que. por venir de donde venían, eran papel mojado. Y el argumento para reclamar que eso cambie es semejante al anterior: quien así obra suele acabar como dice el tango: fané y descangallado

O sea, que como la experiencia es la madre de la ciencia. conviene aprovechar sus enseñanzas siempre que se pueda. Los invitados de FARO parecen dispuestos a ello cuando hablan de una nueva cultura parlamentaria y de la necesidad de acuerdos que no se impongan desde la mayoría absoluta: esa música, la verdad, suena estupendamente, pero falta todavía conocer la letra. Ojalá que se pueda cantar a coro

¿O no...?