Pues no le va a resultar fácil, la verdad, al señor portavoz del BNG, convencer a los observadores de que el giro que ha dado la organización, al acudir a las europeas con el lado radical del nacionalismo democrático -EA, ERC y Aralar- es sólo coyuntural y motivado porque su oferta electoral era mejor que la de CiU y PNV. Cierto que, como dice don Carlos, Galeuzcat sigue viva, pero no parece que pueda hablarse de que su salud sea más robusta.

Los analistas que mejor conocen -o eso creen- al BNG señalan que, si bien la explicación del señor Aymerich resulta cierta -el BNG tendrá el número dos de la lista conjunta, y una posible acta será rotatoria- no es suficiente. Y apuntan que el giro no es sólo de circunstancias y demuestra que la UPG, apartado el señor Quintana, ha vuelto a donde solía, que es mandar y decidir la estrategia y cómo aplicar la táctica. La UPG y parte de las bases, conste.

En esa línea, que coincide con lo que otros observadores opinan, se explica mejor la decisión de convertir, como pasó ayer, al aún Portavoz Nacional en vicesecretario del Parlamento, un lugar desde el que podría ir a Estrasburgo -que está aún más lejos que la Mesa de la Cámara- en su momento. Don Anxo ha sido un factor de templanza en la Fronte, y el resultado electoral ha calentado tanto el ambiente que hacía difíciles otras soluciones menos complicadas pero que implicaban el riesgo de quemar más todavía a su ya ex líder.

(A estas alturas no estará de más señalar que la elevación del vicepresidente de la Xunta -en funciones- demuestra que hay quien en el BNG no quiso repetir con el señor Quintana el error cometido con don Xosé Manuel Beiras, que en términos institucionales quedó tirado de una forma injusta. Lo de la Mesa de la Cámara podrá parecer mejor o peor, pero es una salida digna para quien le ha prestado un excelente servicio a la organización y a Galicia, por más que sus enemigos de dentro y de fuera parezcan aún decididos a no darle tregua.)

Dicho todo ello y con la venia, procedería quizá añadir algo: cara a los años que vienen, y aún más allá, convendría al Bloque meditar despacio lo que ha de hacer. Porque puede que a muchos de los suyos les pida el cuerpo eso -tan marxista- de dar un par de pasos atrás para tomar impulso, pero no está el país muy por la labor de retornar a los años ochenta; ni éste ni otros: ERC, EA y Aralar no parecen, hoy por hoy, en posición de sacar pecho. Y es que si no se gana, ni se participa en la victoria de otros, malo.

¿No...?