Les voy a poner una adivinanza. ¿Quién ha pronunciado estas dos frases?: «Si no entiendes bien un producto, no lo compres» y «No vendas lo que no comprarías para ti mismo». Estas dos sentencias forman parte del discurso pronunciado en junio por un destacado líder, que ustedes, con su agudeza, ya saben quién es. Los mil y pico inversores españoles que han perdido 3.000 millones de euros (incluidos 300.000 de la Fundación de Huérfanos y de la Mutua de la Policía Nacional) en la estafa de Madoff estarían encantados de que se hubieran llevado a la práctica estas dos máximas.

Un importante actor en esta trama fraudulenta (la mayor de la historia) ha sido Andrés Piedrahita, colombiano afincado desde hace diez años en España, que ha sido el vehículo de captación de clientes de alto nivel patrimonial para los fondos de Bernard Madoff en nuestro país. Probablemente, a partir de ahora, tendrá que dar muchas explicaciones a sus clientes y a la justicia, y, además, no podrá seguir manteniendo su jet privado aparcado en Torrejón ni las mansiones en Puerta de Hierro, Nueva York y Miami. Estoy seguro que su gestora Fairfield Greenwich (participada también por su suegro) ya no ganará los 150 millones de dólares que generó en comisiones por colocar estos productos el año pasado.

Este tipo de fraude, denominado pirámide o esquema Ponzi, no es nuevo. Empezó en 1903 con el robo de un millón de dólares a través del Franklin Syndicate. La estafa de Carlo Ponzi, en 1920, alcanzó los 16 millones de dólares. En Portugal, en 1983, Branca dos Santos, autodenominada la «Banqueira do Povo», llevó a la ruina a miles de modestos ahorradores con un fraude de 90 millones. El ecuatoriano Jorge Cabrera esfumó también a cientos de miles de personas humildes 790 millones de dólares. Hubo dos pirámides más en Perú y Albania en los años 93 y 95, que ascendieron a 360 millones y un billón, respectivamente. En España se acordarán de Gescartera, que volatilizó 89 millones de euros a multitud de ahorradores, y no sigo enumerando casos para no cansar. No obstante, para terminar, les contaré que el más reciente fraude, anterior a Madoff, fue realizado en 2007 por un simpático jeta colombiano, llamado Carlos Suárez, que desapareció con 200 millones de euros. Su pirámide se llamaba DRFE, que eran las siglas de Dinero Rápido, Fácil y Efectivo (no me digan que no tiene gracia). No se sabe nada de él.

Como les he recomendado en otros artículos, no se fíen de promesas de tipos de interés altos para sus ahorros. Además, habida cuenta de que las autoridades supervisoras están poco finas, no duden que este tipo de estafa volverá a suceder. Suerte para el 2009.