Cierto entrenador con fama de maestro de la pizarra -aunque no de los resultados- daba años atrás a su equipo una prolija charla sobre la táctica a utilizar en el partido. "Situaremos a dos defensas de contención y otros tres de recuperación, a los que ayudarán dos parejas de laterales por cada extremo del campo. El objetivo es que le llegue la pelota a cualquiera de los dos interiores, al que juega de media punta y a los tres delanteros. ¿Está claro?".

Uno de los jugadores que seguía la lección magistral -el entrañable Di Stéfano, según algunas versiones- levantó entonces la mano con gesto escéptico. "¿Sí, Alfredo? ¿No te gusta la táctica?". "No, si a mí la táctica me parece perfecta", dicen que respondió el aludido. "Lo que me pregunto es quién va a distraer al árbitro para que no se entere de que jugamos quince en vez de once".

Verdad o leyenda, la anécdota recuerda vagamente a la estrategia que el presidente Zapatero, en sus funciones de entrenador de La Moncloa, está usando para negociar el reparto de primas con los capitanes de los diecisiete equipos autonómicos de España. También a él le sobran jugadores y acaso le falten fondos, aunque su táctica sea irreprochable desde el punto de vista técnico.

Para todos tiene una palabra amable y promesas de dinero contante y sonante el presidente del Gobierno, tal vez influido por el espíritu generoso de la Navidad que en estos días hace aflorar al Papá Noel que cualquiera lleva en su interior.

A su colega catalán Montilla, pongamos por caso, le ha prometido el oro y el moro a cuenta de las prerrogativas que el nuevo Estatuto concede al viejo Condado; pero ello no significa que vaya a desvestir a otro santo autonómico para vestir a éste.

Muy al contrario, Zapatero asegura que su estudiada táctica de reparto va a dar juego y financiación a todos los reinos autónomos. Tanto da si se trata de la rica Cataluña como de las económicamente menos afortunadas Extremadura o Galicia, lo cierto es que ninguna dejará de tocar balón.

Prueba de ello es que a su colega y amigo Touriño acaba de garantizarle Zapatero "muchos millones más" con la nueva estrategia de financiación, gracias a que Galicia tiene muchos jubilados y es además un reino políglota que habla dos idiomas. El plus de carestía que suponen esas particularidades del reino de Breogán lo sufragará -como es de justicia- el Gobierno al mando de los Presupuestos.

No hay discriminación alguna en eso. También con la presidenta de la Comunidad de Madrid, que tiene una sola lengua pero millones de habitantes más, ha llegado a un acuerdo el mago Zapatero bajo la promesa de tener en cuenta el mucho gasto de sanidad, educación y servicios que hace la copiosísima población madrileña, aun siendo más joven que la galaica. Y lo mismo le ha garantizado, como no podría ser de otra manera, al presidente valenciano y a los de los demás reinos convocados a La Moncloa para recibir la charla táctica previa al trascendental partido de la financiación autonómica.

Genial estratega del banquillo, Zapatero ha logrado contentar -o al menos, calmar- a los jugadores de la plantilla autonómica con la promesa de que todos jugarán aunque tengan que salir quince al campo. La táctica, sólo en apariencia sencilla, consiste en prometerle dinero por igual a los reinos abarrotados de habitantes y a los de bajo censo; a los de población envejecida como Galicia y a los de media de edad más lozana; a los que tienen dos lenguas y a aquellos que sólo han de cuidar de una.

Al igual que ocurre en el fútbol, nada garantiza que una estrategia tan brillante desde el punto de vista teórico vaya a dar resultados cuando se aplique sobre el campo. Será entonces cuando haya que rebuscar fondos en los telarañosos arcones del Estado para el pago de tantas promesas; pero ya se sabe que darle a la lengua sale gratis. Y a veces, hasta se cobra por hacerlo.

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