Viajo de nuevo a Madrid y como siempre me paso por la Plaza de Castilla y aledaños. En el tiempo que yo estuve destinado en esa ciudad me movía habitualmente arriba y abajo del paseo de la Castellana entre la sede que fue de la prensa del Estado y el ministerio de Cultura, de quien dependía. A lo largo de estos años, el lugar ha experimentado una transformación espectacular y pasó de ser un arrabal en el confín de Madrid a una zona populosa y de intenso trafico con un centro de agitación permanente en la estación ferroviaria de Chamartin. De aquí partían las lineas de autobuses a los pueblos cercanos, como Fuencarral, que hoy están prácticamente integrados en la macro-urbe que avanza en todos los frentes. Pese a todo, conserva un cierto aire pueblerino y los fines de semana se instalan allí unos tenderetes de feriantes. La plaza de Castilla no es Cuatro Caminos, pero en cierto sentido , de ajetreo y bullicio, se le parece algo. En la época en que yo la vi por primera vez, los edificios no eran excesivamente altos y en el centro de la rotonda habían situado el monumento a José Calvo Sotelo, el político derechista asesinadopoco antes de la guerra civil y ,en cierto modo, detonante de la rebelión militar contra la República. El régimen de Franco lo conocía como el "protomartir"( el mártir por excelencia era José Antonio Primo de Rivera) y le rindió honores especiales. A tal efecto, se ordenó la construcción de un conjunto escultórico, a modo de proa de barco, de 4, 20 metros de altura, que diseñaron el arquitecto Manuel Manzano Moris y el escultor Carlos Ferreira . Durante un tiempo, este monumento y la torreta de un deposito de agua fueron las elevaciones más notables de una zona relativamente tranquila. Hasta que llegaron las famosas torres inclinadas de Kio, con la secuela del escándalo de los Albertos, los financieros de la gabardina que aun recientemente se han librado de la cárcel gracias a una sentencia más que cuestionable. Para perpetrar el urbanicidio se argumento que la inclinación de las torres propiciaba una perspectiva sugerente desde el paseo de la Castellana, enmarcando el cielo del fondo como si de una gigantesca puerta entreabierta se tratase. Desafortunadamente, el pretexto pseudo- estético se ha ido al garete al levantarse detrás los ´cuatro rascacielos de Raúl´, tras la cacicada política de convertir una zona verde en urbano residencial para sufragar la deuda del Real Madrid . Y a ese despropósito habrá que añadir el polémico proyecto de doña Esperanza Aguirre de construir otro edificio gigantesco sobre el solar de los juzgados, que serian trasladados a otro emplazamiento. Lo que vaya a ser del monumento al ´protomartir´ aun no se sabe, pero en cualquier caso su inicial grandiosidad ha quedado empequeñecida en la vecindad de esos edificios monstruosos. No obstante, lo mas curioso de todo es que prevalecerá sobre los demás monumentos de la época franquista. A Calvo Sotelo no le afecta la Ley de la Memoria Histórica. Fue asesinado poco antes de iniciarse la guerra civil.