Los continuos avances científicos en materia de genética permiten ir separando la realidad histórica de la leyenda y de la mitología, con las que durante tanto tiempo vino confundida en el acervo cultural popular. Recientemente, tuvimos noticia de un trabajo de investigación realizado por la Universidad de California en la que se constataba la estabilidad del mapa genético europeo a lo largo de los siglos, desmintiendo con ello la creencia general de que los movimientos migratorios y las guerras de conquista pudieran haber tenido en su evolución. Es decir que, la gente fue muy conservadora a la hora de buscar pareja para reproducirse y normalmente lo hacía dentro del límite del territorio que habitaba. Pues bien, casi a continuación de esta novedad nos llega otra sobre un estudio realizado por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la Universidad de Leicester ( Reino Unido) en el que se demuestra que la población de Asturias, Galicia y León presentan características genéticas propias de los pueblos del norte de África. Y, lo que es más curioso, en una proporción (20%) mayor que en otros lugares de España, donde hubo supuestamente más trato directo con los musulmanes y durante más tiempo, como Andalucía. En los escuetos manuales de historia que nos hicieron estudiar en el bachillerato y en los mamotretos con que nos embutieron el cerebro en la universidad , se aludía a una presencia fugaz de los árabes en las tierras del noreste peninsular. Todas ellas en forma de expediciones militares de castigo, razias, incursiones o correrías contra los dominios de los cristianos. Los guerreros árabes llegaban velozmente a uña de caballo y se marchaban escopetados de la misma forma a curarse el catarro hacia el sur caluroso. En la iconografía legendaria de los escolares de aquella época hay dos escenas de memoria imperecedera. En una se puede ver a don Pelayo agitando eufórico una bandera tras la victoria de Covadonga. Y en otra al caudillo musulmán Almanzor dando de beber a su caballo en una pila bautismal de la catedral de Santiago de Compostela, sin echar pie a tierra. Desgraciadamente, estos estudios hacen tambalearse aquellas bonitas historias de adoctrinamiento patriótico. Ese 20% de población con rasgos genéticos propios de poblaciones del norte de África, nos lleva a deducir que aquellas idas y venidas fueron más duraderas y estables de lo que se creía. En el noroeste español no toda la sangre es de origen celta, o suevo. Hay mucha gente morena y de grandes ojo. A un hermano mío en casa le llamaban cariñosamente "el argelino", y una vez que estuvo de viaje por el Magreb ,hace bastantes años, la policía de frontera no lo dejó pasar por el lugar reservado a los europeos y lo mandaba para el de los nacionales hasta que enseñó la documentación. España es un país de judíos, moros y cristianos, donde las querellas derivadas de la forzada unanimidad religiosa provocaron interesadas conversiones y enormes disimulos. En el segundo de los informes antes aludidos se establece, por ejemplo, que el 60% de los gallegos tienen ascendencia judía frente al 20% del resto de los españoles (excepción hecha de los catalanes con un 80%). Eso explica muchas cosas. Fíjense sino en las caras de los señores Touriño, Quintana y Feijóo en Galicia. Y de Álvarez Areces y Ovidio Sánchez en Asturias. Esas narices lo dicen todo.