En esta crisis, dos preguntas asaltan al que quiera estar al tanto de la misma: ¿servirán de algo los planes de rescate? y ¿alguien fue capaz de prever este desplome? Si uno mira a los medios oficiales, responderá sí y no? pero quizá el orden sea al revés.

Para la primera pregunta, veamos casos privados. Nissan quiere reemplazar un ERE que iba a despedir a 1.680 empleados por una suspensión temporal de varios meses. O seis grandes bancos adquieren la inmobiliaria Metrovacesa, ante la incapacidad de hacer frente a su deuda. ¿Qué tienen en común? Se gana tiempo. Pero -por volver a Nissan-, ¿puede corregirse un problema estructural? Según la empresa, "no volveremos a necesitar tanta plantilla" y "las ventas de todoterrenos nunca volverán a sus cifras históricas".

El mismo proceder vale para los gobiernos, sea el nuestro o el de EEUU: endeudamiento, ayudas a todos (bancos, automóviles, municipios)? y ya nos preocuparemos si se disparan los tipos de la deuda (¿cómo competiremos con la deuda emitida por Alemania?) o si se devalúa la divisa (así lo advierte el economista Nouriel Roubini: ante los rescates del Tesoro, la administración Obama tendrá problemas para sostener al dólar, ya que los inversores desconfiarán del mantenimiento de los compromisos de pago estadounidenses).

Y Roubini sirve para la segunda pregunta: no es cierto que nadie previera la crisis. No la anunciaron (aquí) los economistas oficiales que hacían la ola al Gobierno, cuando hablaban de nuestra "solidez económica". En cambio, Roubini en EEUU o el asesor empresarial Marc Vidal y los catedráticos Niño Becerra y García-Montalvo avisaron, hace 2-3 años, del colapso económico estadounidense o del estallido de nuestra burbuja inmobiliaria. El problema es que, para saber de estos catastrofistas, había que conectarse a la red.