- Es una emigrante retornada cuyos padres un día partieron de Vigo hacia Argentina en busca de una vida mejor. La espuma amarga de un liberalismo sin normas que desplaza hoy en día a millones de personas por todo el mundo hizo volver a Galicia, su tierra de origen, a ella y sus hermanos una generación más tarde que sus padres marcharon a Buenos Aires con las mismas preguntas con las que ellos retornaron. Ella se llama Susana Pérez, tiene 44 años y volvió con su marido, Enrique Estrada, argentino de 49, nieto de españoles y dedicado toda su vida a la música tras trabajar con gente conocida como "Los sultanes". ¿Los sultanes? Sí, aquel grupo que hace unos seis años hizo una gira por España... bueno, en realidad hizo infinidad de conciertos con otros músicos porque ya sabes cómo es esa vida,_un poco puta, sí, y te deja tirado en cualquier esquina cuando las fuerzas flaquean.

- Llegaron a Vigo en busca de lo que llevó a los padres de ella y a los abuelos de él a Argentina. Trabajaron en una y otra cosa pero al fin Susana volvió al paro cuando a él la música le había traicionado ya lo suficiente._Mala edad la de ambos para conseguir un chollo y había además un hijo que sacar adelante._Como la vida le había dado a ella, entre otras cosas, conocimientos de hostelería, pasó más de una noche en vela debatiendo con su marido qué hacer ante el futuro: ¿alquilamos nuestra mano de obra en esas jornadas interminables y mal pagadas de la hostelería o nos lanzamos por nuestra cuenta, montamos algo propio dentro del ramo y que sea lo que Dios quiera? Esa era la pregunta. La vida no da muchas oportunidades y, mediados los 40, las da contadas._Si no aciertas puede que el batacazo te arrastre hasta que te metan en una caja de madera de pino, de esas económicas a la que optan quienes no tienen dinero ni para despedirse de este mundo. Pero Susana Pérez_Leira y_Enrique Estrada ya habían decidido, hace sólo un año._Sí, sí, aquel localito de mierda en Irmandiños, 18.

Podría parecer pequeño pero para ellos era un mundo, el destino concentrado en unos metros, ese Rubicón ante el que la suerte está echada: si no la tienes, puede que te ahogues para siempre con lo que se demostraría que de nada había servido que un día tus padres o abuelos hubieran emigrado rotos por dentro. Pero Susana y Enrique cerraron los ojos y vieron en ese pequeño espacio de Irmandiños algo así como Nueva York y un carro de perritos. Se pusieron ropa de trabajo, cogieron maderas, puntas y martillo, brochas y pintura y, a los pocos días, estrenaron La Perrera. Sí, tal día como mañana cumplen un año de aquella apertura llena de miedo e ilusiones, a lo mejor la última oportunidad de sus vidas. Un perrito, 2 euros con 15 salsas a elegir y con papas paja, tres euros con combo. Y los fines de semana, de 12 de la noche a 8 de la mañana._Es zona de copas, ya sabes. Ha pasado un año y están muy satisfechos: el público ha respondido a esa apuesta arriesgada y en sus vidas hay ya una sonrisa de esperanza.

Susana y Enrique son nuestros padres que emigraron; ellos resumen millones de historias emigrantes en el fondo iguales. Si tú pasas ante su pequeño comercio de perritos piensa que para ellos es un mundo, la vida entera, la dignidad y el pan de su familia,_una tremenda ilusión y un esfuerzo volcado en pocos metros. Mañana cumple 1 año La Perrera.