La ampliación del puente de Rande y de los accesos de la Autopista del Atlántico a Vigo y a las principales ciudades gallegas se enfrenta a nuevos obstáculos con la puesta en venta de la empresa titular de los derechos de explotación de la autopista. El grupo neoyorquino Citigroup ultima su compra a sus actuales dueños, la constructora Sacyr, que, asfixiada por el crash inmobiliario y unas galopantes pérdidas, necesita liquidez de inmediato.

Pero si asfixiada está la constructora propietaria de Audasa -un filón en rentabilidad- más lo está el conjunto de la población gallega que urge la descongestión de su arteria principal de comunicaciones, pilar del desarrollo y crecimiento económico de Galicia. No se entendería el despegue que ha experimentado nuestra comunidad en las últimas décadas sin la autopista que une Ferrol, A Coruña, Santiago, Pontevedra, Vigo y Tui. Pero transcurrido todo este tiempo no se puede esperar más por su desdoblamiento.

El presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, reconoció el jueves que su anunciado compromiso de conseguir la ampliación se ha topado con "las dificultades e incertezas" creadas por el inminente cambio en la propiedad de la empresa.

Si bien es cierto que la venta ha complicado las negociaciones en curso y que la crisis económica se presenta como un gran obstáculo para que la concesionaria asuma el coste de las inversiones, ni una cosa ni la otra pueden condicionar el futuro de Galicia. Y el porvenir y desarrollo de la comunidad pasan por una ampliación urgente del puente de Rande y un tercer carril en las circunvalaciones de las ciudades gallegas. Vigo no puede soportar más el cuello de botella de Rande ni la precariedad de su entrada por autopista, a años luz de la que requiere la urbe más poblada de Galicia. Un nuevo aplazamiento estrangularía durante años el desarrollo económico del sur de la comunidad y la privaría de una inversión que se estima crucial para afrontar la recesión que nos espera.

Hace un año, la conselleira de Política Territorial, María José Caride, respondió rauda y veloz al órdago de los empesarios de la provincia de Pontevedra que, hartos de reivindicar más y mejores accesos, plantearon la construcción de un viaducto alternativo a Rande con financiación privada y de peaje. Lo hizo con un espectacular anuncio de ampliación del puente. El presidente Touriño presentó entonces una recreación virtual de la futura infraestructura ante la sociedad viguesa en un acto de gran repercusión mediática y fijó su construcción primero para 2008, y después para 2009. Hasta el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, comprometió en campaña electoral la mejora: "Destinaremos los recursos necesarios para vertebrar este corredor", dijo.

El tiempo ha pasado y el acuerdo sigue sin cerrarse, los plazos se han incumplido y los recursos necesarios no aparecen por ningún lado. Touriño ha salido a reclamar a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, mayor presión para cerrar el acuerdo ante la inminente venta de Audasa. Porque la realidad es que Sacyr está en otra cosa -lograr la liquidez que necesita- y Fomento no parece tener la misma urgencia que le demanda Touriño. De ahí que el presidente de la Xunta le reclame a la ministra "más liderazgo y responsabilidad".

Las cuentas están hechas. La empresa tendría que pagar todo el coste -300 millones, 200 para Rande, mientras el ministerio le anticiparía el 50% como préstamo-, pero nadie pone la firma. Es verdad que la Autopista del Atlántico es ahora un negocio privado, pero también lo es que los respectivos gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar el correcto funcionamiento de una vía de comunicación crucial para Galicia. Por eso no debería caer en saco roto la demanda de distintos agentes sociales para que el acuerdo de ampliación de la autopista se cierre con Sacyr antes de que ésta formalice la venta de la concesionaria. Argumentar que la ampliación está apalabrada no parece garantía suficiente. Y la ampliación de la autopista y los intereses de los gallegos no pueden esperar.