Cuando aparece una mancha de humedad en el suelo, una de las imprudencias más peligrosas consiste en colocar una alfombra encima, y aguardar a que el tiempo se encargue de arreglar el problema. Lo que suele suceder es que la pérdida de agua deriva en la rotura de la tubería, con el consiguiente perjuicio multiplicado por cuatro o por diez. Con la violencia sucede algo parecido y si, ante las manchas de humedad violentas, lo único que se nos ocurre es tapar el brote con una alfombra, cometeremos una ligereza de la que nos tendremos que arrepentir temprano o tarde.

Estigmatizar a los porteros de las discotecas sería tan injusto como denigrar a los empresarios de estos establecimientos, y ya he leído petición de ex comuniones laicas, urbi et orbe, pero tampoco vamos a esperar a que un chico que sale con los amigos a divertirse o a tomar una copa, aparezca linchado por un personal que es necesario para garantizar la paz en el interior, pero que puede no estar preparado psicológicamente para una tarea que requiere algo más que fuerza bruta.

En política, hemos logrado el rechazo total y absoluto a la violencia ultraderechista, y bien logrado está, pero se puede observar que hay demasiadas alfombras para tapar la violencia ultra, o sea el nazismo, si quien lo ejerce pertenece a filas de izquierdismo radical o nacionalista.

Esos que no dejan hablar a los que no piensan como ellos, e impiden que acudan a foros libres, y empujan, y zarandean, mañana pueden hacer más daño envalentonados por la comprobada impunidad, de la misma manera que esos matones de puerta, de los empujones y las heridas leves pasaron al homicidio. Todavía me acuerdo de los lejanos tiempos en los que, entre risotadas, se pedía "una tortilla ETA", o sea, una tortilla con muchos huevos. De aquella tolerancia viene Txeroki, de aquellas alfombras de peligrosa humedad.