Dos militares españoles, uno asturiano y otro gallego, han muerto en Afganistán, durante un ataque suicida de la insurgencia contra un convoy al que prestaban escolta a bordo de un vehículo blindado. Ambos se encontraban allí formando parte de una fuerza de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que interviene en aquel lejano país asiático bajo los auspicios del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El Estado les ha rendido los honores de ordenanza, los ha condecorado con la cruz al mérito militar con distintivo rojo y, previo el correspondiente trámite administrativo, entregará a sus familias la cantidad de 140.000 euros como indemnización compensatoria. La situación actual en Afganistán es confusa porque a la conflictividad tradicional de aquel territorio de estructura tribal, étnica y religiosa muy complicada, se une el interés de las grandes potencias(sobre todo de Estados Unidos) por controlar una zona de alto valor estratégico que hace de tapón entre China, Pakistán, India, Irán y las antiguas repúblicas soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán y Tajikistan. La nación posee importantes reservas de gas natural, petróleo, carbón y piedras preciosas y es lugar de paso obligado para dar salida a los recursos energéticos de Asia central. Además de eso, es el principal productor del mundo de opio y sus derivados. Después de los atentados del 11-S, Afganistán fue elegido por el gobierno de George Bush como primer objetivo de su "guerra duradera contra el terrorismo" so pretexto de que los talibanes y Bin Laden (antiguos aliados en la lucha contra los soviéticos) habían sido los instigadores de aquellos hechos. El conflicto fue de corta duración, dada la desproporción de fuerzas. Los talibanes fueron inicialmente derrotados, Bin Laden se refugió en una cueva, al parecer inaccesible, y se nombró un presidente títere, Amed Karzai, que viste con gran elegancia y es apoyado por unos siniestros "señores de la guerra". Pese al enorme despliegue de medios, la paz no llega y la conflictividad armada va en aumento en medio de una gran confusión táctica entre los coaligados. De una parte, el ejército norteamericano utiliza devastadores bombardeos de precisión que causan numerosas bajas entre la población civil e incrementan el odio hacia los ocupantes. Y de otra, las fuerzas de la OTAN , entre ellas el contingente español, actúan teóricamente como fuerzas de paz reservando el uso de las armas sólo para repeler agresiones y defenderse. Lógicamente, la población afgana no distingue entre unos y otros, como puso de relieve el comunicado de la facción que se atribuyó la autoría del ataque en el que murieron los dos militares españoles, a los que definieron como "soldados norteamericanos". La confusión de objetivos y medios también se traslada al lenguaje periodístico. A los resistentes a la ocupación se les califica en los medios de "terroristas" que perpetran "asesinatos" y utilizan a la población civil como "escudos humanos", refugiándose entre ellos. ¿Diríamos lo mismo de los patriotas que se resistieron a la invasión de las tropas napoleónicas? Antes de enviar el ejército a cualquier parte hay que definir antes cual es el interés de España en el conflicto. Si es que lo hubiere.