Pues la verdad es que, dicho -como siempre- con el mayor de los respetos para su alta condición, quizá no fuera ésta mala circunstancia para que el señor presidente de la Xunta decidiese fijar un poco más la atención en su discurso sobre asuntos importantes y un poco menos en las apariencias derivadas del gobierno de coalición que dirige. Y es que, por lo que se ve -o se le lee- en los últimos tiempos, es difícil saber con exactitud lo que propone en según qué cosas e incluso qué opciones específicas postula o defiende.

El entorno de don Emilio se ha quejado, y quizá no sin razón -aunque lo haya hecho de forma extraoficial- de que en ocasiones no se recoge con suficiente exactitud lo que declara o no se analiza con bastante rigor lo que defiende e incluso no se interpreta con perspectiva el mensaje que transmite. Pero, aún así, hay ejemplos más que suficientes para insistir en la reclamación de una coherencia tanto más necesaria cuanto más difíciles son los momentos que se viven y más urgente la consolidación de la confianza ciudadana.

El último de esos ejemplos es el que se refiere a la iniciativa del señor vicepresidente Quintana acerca de la posible creación de un Instituto de Crédito Oficial de Galicia. Interpretada como un intento de sorpasso hacia las cajas, e incluso de controlarlas de forma más estrecha a la espera de una nueva Ley, es cierto que no pareció inútil: a día de hoy aún no se sabe cómo se van a canalizar las ayudas a las familias y a las pymes que ha anunciado el gobierno gallego, y un ICO podría ser un buen sistema. Con el que se puede coincidir o no, pero al que no se debiera descalificar sin más.

Pues bien, lo que pareció hace unos pocos días fue, precisamente, que el señor Pérez Touriño descalificaba, y además de forma no muy diplomática, la idea de don Anxo Quintana, lo que era ya de por sí raro. Pero ayer mismo pareció volver sobre sus pasos y no sólo aceptó como hipótesis el Instituto sino que recordó que el PSdeG lo llevaba en su programa. Aunque, eso sí, ratificó que no consideraba éste el momento oportuno para constituirlo.

Los observadores ubicados en posiciones no demasiado próximas al socialismo gallego podrían recordar otro caso de mensajes opuestos no ya entre socios sino en el mismo mensajero. Fue cuando la "crisis de las eólicas": entendido el concurso de adjudicación como lo que ha de ser, una decisión colegiada de un gobierno a propuesta de uno de sus miembros, el señor Pérez Touriño defendió -o le atribuyeron- poco después la conveniencia de que cada consellería fuese autónoma con respecto a la cuestión. Lo que lógico, no es.

Sin duda estos casos, y otros más que podrían añadirse, tienen explicación coherente. Pero convendría que se diese cuanto antes. ¿No?