Esta es sin duda la cita electoral que más expectación ha despertado no sólo en los Estados Unidos sino también en el resto del mundo.

Tras una dura y en ocasiones sorprendente campaña de primarias que dejaron fuera a los favoritos iniciales de cada partido, se enfrentan el próximo martes en las urnas dos equipos muy diferentes en los que por vez primera compiten un afro-americano y una mujer. Además se debe renovar la totalidad del Congreso (435 escaños) y un tercio del Senado (35). Y ello sucede en medio de una terrible crisis financiera que domina en la preocupación de los ciudadanos y que se ha extendido en muy poco tiempo a todos los rincones del planeta, en una demostración práctica de lo que es la globalización.

La lucha electoral es reñida aunque según todas las encuestas el senador Barak Obama tiene una ventaja de algunos puntos que se ha mantenido bastante estable durante las dos últimas semanas, si bien estos últimos días muestra una tendencia al adelgazamiento. En lo que ocurra el martes influirá el porcentaje de participación y la concurrencia a las urnas de minorías tradicionalmente absentistas como los hispanos o los negros, que sin embargo parecen estar mucho más movilizados en esta ocasión, aunque sean los blancos quienes se han registrado en mayor número para votar, 70% frente al 60% de los afroamericanos y el 53% de los latinos. También los jóvenes parecen estar mucho más motivados este año y están por ejemplo detrás de las grandes y novedosas recaudaciones on-line del candidato demócrata. Las cifras del voto anticipado demuestran que es probable que en esta ocasión la participación supere la de 2004, que se situó en el 60%. Hay que recordar que para votar en los Estados Unidos hay que registrarse previamente y que en muchos estados se permite votar los días anteriores al de la elección sin necesidad de justificarlo de ninguna manera.

Se habla también en estas tierras del llamado efecto Bradley, referido a un político californiano de los años 60 que iba por delante en las encuestas y que luego perdió por el color de su piel. Yo creo que ha llovido mucho desde entonces aunque no quepa descartar todavía algún reflejo racista en comportamientos minoritarios y por fortuna en franca recesión.

En muchos estados se sabe ya quién va a ganar, los demócratas en California y los republicanos en Montana, por ejemplo, y por eso la batalla se está concentrando en unos pocos estados que pueden cambiar de manos -los llamados swing states- como Virginia, Ohio, Florida, Pennsylvania, Colorado y Nuevo México, entre los más significativos. Lo que pase en estos pocos estados determinará el ganador y dará un nuevo presidente a los EE UU.

La crisis económica es la gran protagonista de estas elecciones para un electorado preocupado con razón por el empleo, los impuestos, la hipoteca o los planes de pensiones. Los mayores aplausos arrancados por ambos candidatos se producen siempre que en los mítines tocan el sensible problema del seguro médico en un país donde 53 millones de ciudadanos carecen de cobertura sanitaria. Estos asuntos monopolizan el debate y han contribuido a aparcar definitivamente en un segundo plano a los de la política exterior, que empezaron con mucha fuerza pero que se han desinflado tras el estallido la crisis financiera, a pesar de que éste es un país que está librando dos guerras, en Irak y en Afganistán, como bien se cuidaron de recordar con frecuencia ambos candidatos en esos grandes espectáculos que son las convenciones partidarias de Denver (Colorado) y de Saint Paul (Minnesota), a las que tuve la fortuna de asistir cuando acababa de llegar a este país.

Paradójicamente ha sido el éxito de la estrategia de aumentar las tropas en Irak propiciada por McCain y criticada en su día por Obama la que ha contribuido a alejar este asunto del interés inmediato de los votantes al centrar el debate casi con exclusividad en la economía, que es el terreno donde menos cómodo se siente el senador por Arizona que busca por contra presentarse como capacitado comandante en jefe contra enemigos exteriores.

Lo vaya a pasar el martes lo decidirán los votantes norteamericanos, que tendrán la oportunidad de elegir entre dos candidatos muy dignos y respetables, y lo que decidan con sus votos deberá merecer toda nuestra consideración. Delante nos quedan todavía unas horas de campaña donde McCain se esforzará en tratar de asustar con las subidas de impuestos y la mayor dimensión del estado que atribuye a su rival, poniendo de relieve los riesgos de otorgarle un poder excesivo si los demócratas ganan también el Congreso y se aproximan a los 60 escaños en el Senado. Por su parte, Obama tratará de seguir vinculando a McCain con Bush y con la herencia de Bush y procurará no cometer ningún error de última hora, por pensar que con ello debería en principio bastarle.

No tendremos que esperar mucho para conocer el resultado de esta larga y apasionante campaña electoral. El resultado se traducirá para nosotros en términos de proteccionismo, multilateralismo? Como se dice siempre en esta gran país: "God bless America".

*Jorge Dezcallar es el embajador de España en Estados Unidos.