Ni reina ni gobierna. Es, nada menos, que la esposa del Rey y la ¡ madre del que lo será. Hoy cumple setenta años, de los que más de la mitad los ha dedicado con extraordinaria sabiduría, prudencia, porte y elegancia a sostener la Monarquía en tiempos y momentos nada fáciles. Nunca un mal gesto, una palabra más alta que otra. Nunca ni un solo motivo para no sentir por ella, la Reina, un profundo respeto.

Hoy, cuando cumple setenta años, la Reina se merece, de manera especial, el homenaje y el reconocimiento de los españoles. Su papel ha sido decisivo, sus presencias siempre oportunas y sus gestos han transpirado siempre un carácter firme y, al mismo tiempo, cercano, acogedor. Y todo ello con el enorme acierto que ha supuesto que la Reina -como el Rey-no hayan creado Corte alguna.

Esta extraordinaria manera de asumir su papel ha hecho de la Reina un personaje indiscutido e indiscutible. Ha sido así hasta que ha estallado la polémica, no porque haya manifestado sus opiniones, sino porque algunas de ellas no han gustado a determinados colectivos. Es discutible si debiera haber hablado o no, pero lo que es seguro es que la Reina sabía lo que hacía. Lo que no sabemos es el por qué.

Lo cierto, y más allá de la polémica, es que esta Reina que ahora habla es la misma de siempre, respetuosa, prudente y serena, cuyas opiniones ni pueden ni deben cuestionar lo que ha venido representando y representa en la institución bajo la cual España ha vivido su etapa más larga de libertad y progreso.

Ni debe pedir perdón ni se merece que su cumpleaños se vea empañado por la polémica que han generado sus opiniones, que en todo caso ni pueden ni deben ofender a nadie. Ella sí que ha tenido que asumir en silencio, no pocos vilipendios lanzados contra miembros de su familia y contemplar sin mover una ceja cómo desde determinados medios de comunicación se han saltado los límites del respeto y la mínima prudencia y elegancia que requiere el tratamiento de los asuntos que afectan a la Familia Real.

Esposa y madre ejemplar, cuenta con la admiración de sus próximos, entre los que la Princesa de Asturias ocupa el primer puesto. El afecto, el respeto y la admiración por la Reina marcan la vida de los Príncipes.

Cuando la Reina cumple setenta años, creo que somos muchos los españoles que hemos optado por trascender de la polémica para quedarnos con lo importante; con ella misma y su ejemplar modo de proceder a lo largo de estos 46 años dedicados a apuntalar la Monarquía, que se ha convertido en nuestra mejor delegación diplomática en el mundo.