Hace sólo cincuenta años que Citroën apostó por instalarse en Vigo, y en ese breve período de tiempo la fábrica de Balaídos se ha convertido en el centro de producción de automóviles más importante de España y en un referente internacional de competitividad y eficacia. Su espectacular desarrollo y pro- yección internacional han propiciado, además, el crecimiento en su entorno de una industria auxiliar puntera, perfectamente adaptada a las necesidades del grupo automovilístico. Esa excepcional simbiosis industrial, que tanta riqueza aporta a Vigo y a Galicia entera, se prepara ahora para afrontar lo más duro de la actual crisis económica: la caída del comsumo hasta niveles desconocidos en décadas.

La crisis ha tardado en alcanzar al potente sector gallego del automóvil, pero finalmente lo ha tocado. Lo ha hecho, eso sí, más tarde que en otras plantas instaladas en España, con un menor im- pacto y, al menos hasta ahora, con mucho menos coste laboral, lo que demuestra que Citroën y sus industrias auxiliares están mejor preparadas que sus competidores para afrontar la difícil situación económica actual. No es casualidad que la factoría de Vigo venga de completar tres años consecutivos de sobrepro- ducción y de batir, en 2007, su máximo histórico de fabricación con 545.000 vehículos, la cifra más alta lograda jamás por cualquier planta en España. Es lógico, así pues, que en un escenario como el actual le resulte imposible mantener ese ritmo galopante de crecimiento y se haya visto obligada a implantar unos ajustes de producción que, a la espera de cómo evolucione el próximo ejercicio, tienen limitada su implantación hasta fin de año.

Como consecuencia de esos ajustes, han dejado de renovarse contratos y los provedores han optado por regulaciones de empleo temporales y escalonadas. Pero hasta ahora, y a pesar de lo doloroso de estas medidas, se han esquivado los despidos masivos, que ya afectan a otras fábricas en España. A diferencia de lo ocurrido con grandes marcas como Renault, Nissan, Ford, General Motors y Seat, que han recortado sus plantillas drásticamente, Citroën ha logrado encarar la situación y evitar por ahora medidas traumáticas de ese tipo gracias a su bolsa de horas y a una reacción rápida y coordinada con el Clúster del Automóvil y los sindicatos.

Pero el esfuerzo no puede quedarse ahí. El sector de la automoción vigués, crucial para el tejido industrial de Galicia entera, debe dar un salto adelante y, partiendo de su reconocida competitividad y vanguardia tecnológica, aprovechar la mala coyuntura internacional actual para mejorar aún más su productividad. Es hora de acelerar, por ejemplo, infraestructuras pendientes, como la tan esperada autopista del mar, incomprensiblemente pospuesta de un mes para otro, con la cual Citroën mejoraría considerablemente sus líneas de distribución, o de aprovechar los tiempos de inactividad laboral para aumentar la cualificación de las plantillas.

Xunta, Concello y agentes sociales gallegos se han apresurado a aunar esfuerzos para que la actual crisis económica mundial no comprometa los logros de este medio siglo de ejemplar desarrollo industrial del sector gallego del autómovil. Pero en esa suma de voluntades se echa en falta un pronunciamiento de apoyo claro y rotundo por parte del Gobierno central, que sí ha actuado con contundencia, por ejemplo, en defensa de la factoría de Renault en Valladolid. Hace sólo dos semanas el ministro de Industria, Miguel Sebastián, acudió a entrevistarse en París con Carlos Ghosn, presidente de Renault y Nissan, de quien obtuvo el compromiso de que las plantas españolas de Renault incrementarán un 15% su producción el próximo año, a pesar de la adversa coyuntura internacional y de los expedientes de regulación de empleo en marcha. Consiguió eso y también el compromiso de explorar nuevas posibilidades industriales en Castilla y León, incluida la producción en Valladolid del coche eléctrico de Renault. En un contexto de dificultades como el actual, la industria gallega del automóvil debe estar también presente en las gestiones del gobierno central.

Pero lo esencial es que el propio sector actúe más que nunca desde el convencimiento de que toda crisis es también una oportunidad. Como dijimos recientemente en este mismo espacio editorial, Galicia entera, y no sólo Citroën, debe hacer de esta dificilísima situación económica mundial una ocasión para modernizar su economía. Mejorar la productividad, diversificar aún más el tejido industrial, captar nuevos mercados exteriores y desarrollar al máximo los planes de investigación y desarrollo son los caminos para conseguirlo.