Octubre se despide sin defraudar a las estadísticas. El IBEX se ha dejado un 17 por ciento en un mes que sigue empeñado en mantener su prestigio de mes fatídico para los mercados. Los valores más castigados han sido los bancos con caídas en sus precios del 24 por ciento. Pero en realidad se han salvado muy pocos. La Bolsa ha hecho un ajuste duro que le ha supuesto perder en diez meses el 40 por ciento. La pregunta del millón de euros es si hemos tocado suelo. Y la respuesta es complicada.

Muchos analistas piensan, tampoco es complicado, que la parte más dura del ajuste ya se ha hecho. Las bolsas venían cayendo y anticipando, que es lo que hacen siempre, la dureza de la crisis financiera internacional. Pero, también en las últimas semanas han estado descontando los efectos en la economía real de esa crisis de liquidez y de solvencia que se ha llevado bancos por delante y de los problemas internos de cada país. Problemas que como en el caso de España tienen que ver con la paralización del motor de la economía: consumo y construcción, la escasa flexibilidad del mercado laboral, la falta de competencia y de competitividad y el elevado endeudamiento.

Cuánto tiempo tardarán las bolsas en dar por amortizado que el mundo toca con sus manos una recesión que en España va a ser de caballo y que se va a llevar por delante centenares de miles de puestos de trabajo es difícil saberlo. Es verdad que los bancos centrales vuelven a la política de bajos tipos de interés y eso calmará a los inversores y a los ciudadanos y empresas. Esperemos que lo hagan con la mirada puesta en los problemas que nos ha causado esa política en los años pasados. Puede que ahora sea un alivio. La cuestión está en saber cuándo hay que cambiar de nuevo para evitar otro desastre dentro de unos años. Y a eso esperamos que se pongan con las pilas bien cargadas.

Puede que la Bolsa aún dé algunos coletazos más. Puede que aún asistamos a volatilidades, aunque no extremas. Y puede que para los que no tengan prisa y mucha paciencia sea ya el momento de entrar en la Bolsa a comprar valores sólidos que se han quedado a buen precio y que prometen dividendos que ahora mismo están por encima de las rentabilidades de los depósitos bancarios. No se admiten cardíacos, ni insomnes, ni llorones.