El Gobierno tiene que afinar mucho más su puntería para encontrar el blanco y para no enredarse de nuevo en la guerra dialéctica sobre la financiación de las autonomías y los apoyos a los presupuestos generales del Estado. Todos los gobiernos de la era democrática han negociado hasta el aburrimiento, han cedido más de lo que la oposición les toleraba y han prorrogado los presupuestos del año anterior cuando no han tenido más remedio. Lo que el Gobierno de Zapatero no debería hacer es dejarse pillar en la trampa. Estamos ya perdiendo mucho tiempo y no poca paciencia para ver cómo crucificamos a Zapatero y compañía y le hacemos pasar por las horcas caudinas de los imposibles semánticos y de las complacencias a unos partidos que no han demostrado tampoco la altura suficiente como para impulsar un real combate contra la crisis, al emperrarse algunos en que la tal crisis es culpa fundamental del Ejecutivo español. Podemos seguir debatiendo inútilmente durante meses y años, que así no resolveremos nada, ni el Gobierno ni los demás.

Los partidos de la oposición deberían probar a ver qué recetas se les ocurren o proponen que sean más eficaces y de mayor calidad que las de Pedro Solbes, que sigue siendo el personaje más fiable en todo este lío de la crisis económica, por muchos que hayan sido sus errores y los del Gobierno en ese campo, errores que me he cansado de definir y de subrayar, como tantos otros. Ahora, si lo que se quiere es desprestigiar al Gobierno y ponerle a los pies de los caballos, pese a las nefastas consecuencias de tal comportamiento, pues que sigan así, que a lo peor consiguen empeorar la situación todavía mucho más. Es claro que los grandes predadores son los que menos sienten y padecen la crisis económica, ésta y las anteriores en la historia socieconómica de este país. La pena es que haya mucha gente del pueblo llano que les crea y que padezca directamente las consecuencias del empeoramiento provocado. Y el Gobierno, que se deje de estupideces y que entre a saco en la crisis, con el cuidado de no perjudicar a los más desfavorecidos.