Finalmente, el previsto y anunciado batacazo de Martinsa ha tenido lugar. En la batalla librada en su momento entre Fadesa y Martinsa, era evidente que los primeros disponían no sólo de mejor información, sino de mejores analistas, así como que normalmente el pez chico no suele comerse al grande, aunque en el intento le acompañen una serie de tiburones que ahora se van a dejar un montón de dientes en ello, sin haberse comido nada, pero que pagaremos todos. Una empresa con cerca de 30 millones de m2 de suelo, no deja de ser una lotería. El riesgo era grande, aunque si el mercado hubiese seguido su ciclo alcista (los signos de todo lo contrario eran ya evidentes), el negocio no hubiera sido malo, pero estas aventuras en las que la vanidad juega mucho, suelen nublar el sentido y nunca pueden acometerse cuando el objeto está en su punto mas alto de cotización. La causa americana era ya conocida y la modificación de la ley del suelo en cuanto a las valoraciones del mismo también, y sólo con eso, el valor del suelo ya pasaba a ser mínimo.

Se ha publicado en estos días que el valor asignado al suelo estaba en cifras cercanas a los 4.500 millones de euros por encima de su valor contable, es decir, que los accionistas de Fadesa se han llevado el grueso de la plus valía que generaba la teórica sobrevaloración del suelo, en una operación de pelotazo especulativo de primer orden, dejando a Martinsa un inmenso patrimonio en suelo al que ya se le había materializado una capa especulativa, que ahora con la que cae, no hay quien materialice la siguiente, ni pague por ella, no sirviendo ni siquiera para obtener nuevos créditos.

Realmente nos encontramos con el resultado fallido en una operación especulativa de altos vuelos, absolutamente ajena a la condición de las empresas como Promotoras Inmobiliarias. La promoción es otra actividad (léase su definición en la LOE), con la que es imposible hacerse grande si no se complementa con la especulación del suelo, ya que la simple construcción y venta a partir de suelos urbanizados (promoción), no permite mayores beneficios que los de cualquier otra actividad empresarial. Lo grave es que aquí no sólo dos eran los protagonistas, sino también una retahíla de bancos y cajas de ahorros (concretamente 82), a los que también les ha salido el tiro por la culata (ya nos lo cobrarán), y que ahora le niegan el pan y la sal a muchos promotores que durante muchos años les han colocado clientes como churros.

Se ha hablado mucho de la burbuja inmobiliaria relacionándola con la vivienda. El precio de la vivienda es el resultado de varios componentes, de los que salvo uno, el resto nada tiene que ver con burbujas de ningún tipo. El problema es que uno de ellos, y muy importante, precisamente el que nada tiene que ver con la labor de promoción inmobiliaria, si que tiene un componente burbuja: el suelo, y en esta operación, esto es lo que ha pinchado (4.500 millones de euros de sobre valoración) y su incapacidad de devolver el dinero prestado, echando además por tierra el esperado negocio de 82 entidades bancarias.

En resumidas cuentas, el asunto nada tiene que ver con la Promoción, es el resultado de una operación especulativa de suelo, de altos vuelos, pura y dura, nada más, ni nada menos. Incluso ya veremos si al final, el "listo" vendedor también acaba implicado.

Desde luego, lo de considerar al G-14 (liderado por Martín), como los que han de dignificar al sector, tiene mucho que ver con aquello de la zorra y las gallinas. ¿Qué sector? ¿El de la especulación?.

Si hemos de buscar un auténtico culpable en todo ello, vuelvo a repetir (no me cansaré) que ese es el gobierno, pero no el actual solamente; todos los gobiernos anteriores, del signo que sea, que nada han hecho por afrontar definitivamente el problema del suelo, por rescatar las plus valías para la sociedad y combatir la especulación como manda la Constitución. Si así se hubiera hecho, nada de esto hubiera sucedido y la brutal crisis en la que estamos inmersos, no hubiera pasado de ser una tormenta considerable, pero no una catástrofe.

Lo peor es que, a pesar de todo, nada se está haciendo, ni se hará mientras no se arregle la financiación de los partidos políticos y desde los gobiernos no se deje, de una vez por todas, el rescate de las plusvalías que genera la acción urbanística en favor de los ayuntamientos, como propia y verdadera financiación de los mismos. Desgraciadamente, a ningún gobierno le interesa que los ayuntamientos, quienes más cerca están del ciudadano, y a quienes siguen considerando menores de edad, se autofinancien y adquieran con ello mucho mas poder.

El dejar las cosas como están, con ciertos maquillajes con los que engañar al personal, sigue siendo rentable, como seguir considerando al promotor (el que invierte no en suelo, sino en construcción), el malo de la película (siempre hay indocumentados dispuestos a creérselo) haciendo ver que estos asuntos son cosas de los del "ladrillo", aunque nada tengan que ver en su labor con este tipo de operaciones, pero que da mucho juego a la hora de liberar de culpa a los canallas que, a sabiendas, siguen consintiendo todo esto.