La suspensión de pagos solicitada por Martinsa-Fadesa es el paradigma de muchas cosas. Desde luego la evidencia más palpable de la dimensión de la crisis de la economía española, mezcla de dosis propias y ajenas. Pero sobre todo es el ejemplo evidente del engaño masivo a que el gobierno sometió a una parte importantísima de la población española los meses previos a las elecciones.

Recuerdo perfectamente que antes de las Navidades algunos dijimos que se estaban produciendo reuniones entre la Oficina Económica del Gobierno, entonces dirigida por David Tagua, y algunos de los presidentes de las grandes inmobiliarias. El motivo pedir ayuda ante la que se les venía encima. Ahora con mucho más detalle, se ha sabido que fue el propio presidente del Gobierno el que se comprometió con Fernando Martín a proporcionarle ayudas del ICO a cambio de que cerrara la boca sobre su situación, para que aguantara el tipo al menos hasta después de las elecciones. Se trataba, como se ha hecho y se sigue haciendo, de ocultar a los españoles la realidad. Querían que los ciudadanos votáramos sin toda la información que ya el Gobierno conocía más que de sobra y desde bastantes meses antes. Incluso datos que poseía sobre la evolución de la actividad desde principios del año pasado, antes por tanto del verano cuando se desatan todas las crisis: la de crédito, la del petróleo y la de los alimentos.

Doy por hecho, por la experiencia, que aquí no pasará nada; que nadie del Gobierno asumirá responsabilidad alguna por la gran mentira que nos contó y que nos cuenta. Todos vamos a pagar por ello, debiendo asumir nuestra cuota de participación en la crisis y en la estupidez de tener a un Gobierno incapaz de sacarnos de ella. También y por supuesto el responsable de la principal constructora del país que en su afán por salvarse creyó a Zapatero y en su capacidad para disponer alegremente de los fondos del ICO que no hay que olvidar que son de todos.

El "moco" como dicen los argentinos ahora ya no vale. El PSOE gobierna y desgraciadamente lo hará previsiblemente por cuatro años. Nos esperan tiempos más que duros. Al menos tres o cuatro años, con suerte, de penurias y empobrecimiento general. En estas circunstancias sólo cabe esperar que Zapatero más que agobiado por las encuestas y su pérdida de suerte, recapacite, piense por una vez en el país y con la ayuda de la oposición enderece la situación lo antes posible con la toma de medidas adecuadas. Nos va a hacer falta más que suerte.