De modo que, llegado un aniversario tan especial como el que hoy celebra el Grupo PSA -con presencia de los Reyes de España, lo que ilustra sobre la auténtica dimensión de la efemérides- quizá sea un buen momento para algunas reflexiones. La primera, desde luego, acerca de la importancia de la empresa en el área de Vigo, la provincia y el país y sobre todo del compromiso que a lo largo de todos estos años ha asumido -y reforzado; las cifras son lo bastante explícitas como para hacer innecesarias otras argumentaciones- para con Galicia.

Y es que, más allá de la estadística, el actual Grupo PSA ha contribuido como nadie a situar a la industria gallega en el mapa europeo y a eliminar como pocos un mito que en negativo afectaba a las regiones periféricas: que por serlo estaban en desventaja para competir y, además, para alcanzar índices de productividad que las hiciesen atractivas incluso para inversores audaces. Y ese compromiso empresarial impulsó tanto aquí el "viejo" I+D que, hoy por hoy, el clúster vigués, gallego, del automóvil sirve de locomotora a una economía que necesita todos los impulsos posibles.

No se trata de agotar el catálogo de efectos beneficiosos que "Citroen" ha supuesto ni de caer en lo que pudiera parecer adulación simple. Pero, en una fecha como ésta, es necesario recordar que la presencia aquí del Grupo supuso también una forma de relaciones laborales diferentes, y otro compromiso de convivencia laboral distinta en momentos en que ni unas ni otro parecían fáciles. Y hay nombres -y recuerdos- de conflictos en el sector del automóvil español como para afirmar sin muchas dudas que Galicia fue diferente porque las cosas se hicieron de otro modo.

Cincuenta años después, los retos son todavía enormes y la circunstancia en que habrán de afrontarse, muy delicada. Y esa es la razón básica por la que urge no sólo una renovación de los compromisos empresariales, sino también el refuerzo definitivo para otros que, a pesar de los pesares, aún no se han resuelto de forma satisfactoria. En primer lugar la creación de suelo bastante como para permitir la expansión de la factoría y la consolidación de sus expectativas, y como consecuencia un análisis urbanístico necesariamente ligado a la realidad presente y futura de Citroen.

Alguna vez se ha criticado la supuesta excesiva influencia -ingerencia, dijeron algunos-. de la factoría en la gobernación de la res pública. Y se replicó, con justicia, que no se trata de que PSA gobierne, sino de que al gobernar por quien democráticamente deba se tenga en cuenta la auténtica significación del Grupo. Como ocurre en Detroit con la General Motors , por ejemplo.

¿O no...?