Zapatero clausuró su XXXVII Congreso triunfal atacando las concepciones económicas del PP. Necesita demostrar que sí hay una política económica de derechas y otra de izquierdas, contra lo que dijo Mariano Rajoy en el debate parlamentario sobre el tema la pasada semana. Se diría que quiere librarse, parece, del "abrazo del oso" del líder de la oposición, empeñado en tender la mano a grandes acuerdos de Estado cuando, en los próximos días, Zapatero le llame para encontrarse con él en La Moncloa.

Pienso que se equivocará Zapatero, por muy triunfante que haya salido de su cónclave interno, si acentúa las diferencias con el otro principal partido nacional, en lugar de hacer hincapié en las concordancias. Pienso que ni el PSOE ha virado significativamente a la izquierda en este Congreso -algunas de las propuestas más significativas en este sentido al final han decaído-, ni el PP, cuyo también reciente Congreso consagró a Rajoy como líder ya bastante poco discutido, es a estas alturas una formación de la derecha conservadora anclada en el "no a todo", como lo estaba hace no muchos meses. Y que, con la salvedad de ciertos avances sociales que sin duda disgustan al electorado "popular", los planteamientos en las grandes cuestiones de Estado, e incluso los económicos -diga lo que diga ZP-, son bastante similares en muchos casos. Compárense, si no, programas y resoluciones: coinciden hasta en la falta de ideas novedosas.

Cuando Zapatero llame a Rajoy para verse ambos en La Moncloa, como ha sido reiteradamente anunciado, ¿lo hará para subrayar las diferencias, para inaugurar una nueva legislatura de desencuentros y peleas? ¿O nos darán ambos la buena noticia de que son capaces de llegar a acuerdos en lo tocante a frenar la marcha soberanista de Ibarretxe, el desastre de ciertas instituciones judiciales, el descontrol con los inmigrantes, acometer las reformas urgentes en la Constitución y en la normativa electoral e incluso acabar con el desconcierto ante la marcha de la economía?

Tienen mucho de qué hablar Zapatero y Rajoy y tengo la impresión -ambos también lo han comentado así en privado a gentes de sus respectivos círculos, según se dice-, de que los españoles les piden entendimiento y acuerdo. No sé a cuál de las dos formaciones beneficiaría más un consenso en torno a esos, y otros, grandes asuntos -les queda mucho terreno para pelearse y muchos temas para la discrepancia-, pero la verdad es que no me importa demasiado: sé que ganaríamos el conjunto de los españoles.

Quiero creer que los ataques -no demasiado cruentos, es la verdad- a la oposición en el discurso con el que Zapatero clausuró "su" Congreso eran más bien cuestión de cosmética, casi obligados. Porque ahora, tras los congresos, toca inaugurar la era de la esperanza. O eso -valga la redundancia- espero, al menos.