Todos los partidos tienen sus propios elementos que "ni están ni terminan de irse". Hace pocos días, el ex presidente González se refería a esa condición de permanente incomodidad que origina él mismo en el PSOE, y para confirmar su propia apreciación, sostenía una posición pronuclear, de la que su sucesor en la dirección del partido, el presidente Zapatero, discrepa. En IU hemos visto resucitar una y otra vez algunos liderazgos ya caducos. Y no hay duda de que, en este instante, hay dos figuras en el PP que, por esa condición de que ni están ni terminan de irse, "resultan molestas y nocivas". Me refiero a María San Gil y a José María Aznar. Ambos coincidieron en hacer declaraciones en la jornada del lunes. La ex dirigente vasca, -todavía presidenta de los populares vascos hasta que se desarrolle el correspondiente congreso-, daba a conocer una serie de consideraciones de dudosa utilidad, salvo para su satisfacción personal y para agravio de sus enemigos políticos: Combate la idea de España que, a su juicio, desarrolla Zapatero "en connivencia con los nacionalistas, y en la que impera y relativismo, y que consiste en transformar política y socialmente nuestro país". Un proyecto de España, dice San Gil, que contempla la dispersión de la idea nacional que permite a los nacionalistas seguir avanzando hacia la autodeterminación, además de la marginación del PP, disimulada con buenas palabras. Pero, tras la invectiva al Gobierno socialista, San Gil arremete y aconseja a su propio PP. En su opinión, el PP debería combatir frontalmente un proyecto que choca con el propio proyecto de España del PP, y en ese sentido, muestra su desencanto con las conclusiones del congreso del PP, del que ella prefirió permanecer ausente, y que ha confirmado que la dirección del partido, o sea, Rajoy, tiene una visión completamente distinta de la propia. Y no oculta su enfado con el hecho de que esa política de Rajoy la haya asumido una parte mayoritaria de los dirigentes vascos. San Gil llega a la sabia conclusión de que lo más honrado es apartarse de la vida política.

En cuanto a Aznar, tras la severa andanada que dirigió a Rajoy en el Congreso de Valencia, reclamó nuevamente su protagonismo ahora en su condición de presidente de la Fundación Faes, y para prometer a Rajoy aprecio y respeto, pero también sinceridad intelectual. Aznar aprovechó la inauguración del curso de verano de la Fundación que preside para presumir de dicha Fundación. Y luego, como tampoco podía ser de otro modo, arremetió también contra Zapatero, de quien atacó la arrogancia del actual relativismo del lenguaje político y la tiranía de lo políticamente correcto. A Aznar no le ha gustado que Zapatero, por ejemplo, haya dicho que el término de crisis económica le parece opinable. Aznar entiende que su sucesor en la jefatura del gobierno hace una política minúscula y sectaria. Lo extraño hubiera sido que aplaudiera a sus dos adversarios, Rajoy y Zapatero...