Este año en el que los precios del combustible, de las verduras, del pescado, de la carne, de la hipoteca y de la luz nos están pegando una paliza, las rebajas prometen descuentos agresivos. Hasta las rebajas acoquinan en una temporada en la que llevamos más golpes que un "dummy", esos maniquíes que prueban la resistencia de los coches y de los humanos en los accidentes simulados en las fábricas de automóviles. Los "dummies" son sensibles -tienen 250 sensores- pero inexpresivos. Si los hubieran diseñado con expresión de terror los ingenieros no podrían someterlos a esos coches, sobre todo a los dos "dummies" niños. El gesto indiferente de Trichet, presidente del Banco Central Europeo, al subir un cuarto de punto los tipos de interés sugiere que ha probado el impacto con "dummies" llenos de sensores económicos y le ha salido que los hogares pueden seguir soportando el endeudamiento y los bancos la morosidad.

Los maniquíes de los grandes almacenes son insensibles -sin sensores- pero tienen la expresión distante que ponen las modelos de pasarela para dar valor a su carne y su tela porque ahora lo que más se lleva no es lo que se puede comprar sino lo que no. De ahí las falsificaciones. Antes los maniquíes sonreían como diciendo "compre este traje, caballero, y será feliz como yo" porque entonces se compraba al contado y no se soñaba a crédito. El gesto agresivo de los maniquíes desafía a la compra, incluso cuando el precio es bajo.