Si la realidad no está de acuerdo con él, peor para la realidad. Esa es la conclusión a la que llego después de leer las últimas declaraciones del presidente respecto a cuanto sucede aquí y fuera de nuestras fronteras. Para Zapatero el optimismo es una herramienta política de primera magnitud que él maneja con maestría y bien es verdad que cuando las cosas van bien añadir dosis de optimismo supone un valor añadido a la realidad, pero cuando van mal, entonces el optimismo se transforma en sarcasmo.

El presidente dice que la "crisis" es un concepto que pertenece al ámbito académico y se queda tan ancho. Incluso dice que es "opinable si hay crisis". Seguramente él no tiene ni idea de lo que es sufrir las consecuencias una "crisis" porque afortunadamente para él, en la vida, en líneas generales, le ha ido bien y nunca se ha encontrado, pongamos, en el paro teniendo que pagar una hipoteca y haciendo números para llegar a fin de mes. Algo así le debe de suceder a su buen amigo y ministro de Industria Miguel Sebastián que con tanto desparpajo asegura que en situaciones como las que esta atravesando nuestra economía cuanto más fondo se toque mejor porque así saldremos antes a flote.

El problema es que hablan sin ponerle cara a la gente, sin saber que detrás de ese "tocar fondo" hay miles de personas que lo pasan rematadamente mal. Es evidente que la crisis que estamos padeciendo no es culpa del gobierno, que nuestra economía esta interrealacionada, para lo bueno y lo malo, con otras economías, y que si el petróleo sube no se le puede reprochar a Zapatero. Pero si le podemos reprochar que intente poner un filtro a la realidad tratándonos como a tontos. Hay crisis, claro que hay crisis, de la misma manera que aumenta el paro y la inflación, y que por mucho que asegure que estamos mejor que otros países eso no le sirve de consuelo para el que ha perdido el empleo y no sabe como va a pagar el recibo de la luz que nos han subido de golpe y porrazo.

La verdad es que leídas en El País las últimas declaraciones de Zapatero no encontramos nada nuevo, me refiero que el presidente se repite, y su tozudez a aceptar la realidad se puede convertir en su peor aliado. Zapatero no quiere aceptar que hay crisis por una cuestión semántica, se niega a admitir que en éste país los padres no pueden decidir en que lengua educan a sus hijos, le hace gracia que la ministra Aido utilice la palabra "miembras" y considera que las mujeres se cubran con un velo no significa nada. Como tampoco se le mueve una ceja por el escándalo Taguas.

Cien días después de haber formado gobierno después de haber ganado las elecciones con un margen amplio, Zapatero nos trata como a niños haciendo que no pasa nada cuando la realidad es que está pasando. No sé si ese empecinamiento en no reconocer la realidad y nombrar a las cosas por su nombre es fruto de su tozudez o lo ha leído en un manual de autoayuda de esos que dicen que lo mejor para ahuyentar los malos problemas es no nombrarlos. Lo mismo es eso.