Se me estropeó uno de los auriculares -el derecho- del transistor que utilizo para pasear por el parque. Casi hubiera preferido que se me estropearan los dos, por respeto a la simetría. Durante varios días escuché la radio por una sola oreja -la izquierda-, a la espera de que sucediera algo que cerrara el círculo. Y sucedió, pero no en la forma en que yo lo había previsto, pues en vez de averiarse también el auricular izquierdo, se estropeó la parte izquierda del cuerpo de mi perro, que sufrió una especie de hemiplejia. Llevé a animal al veterinario temiéndome lo peor, pero la cosa no era grave. Se le había metido por la oreja una espiga que produjo daños allí donde reside el sentido del equilibrio. Una pequeña intervención, antibióticos, antiinflamatorios y en cuatros días -me dijeron- como nuevo.

Llegué a casa pensando que si la hemiplejia del perro tenía arreglo, quizá la de los auriculares de la radio también. Me puse, pues a manipular el aparato, deshice un nudo que había en el cable, y de cuya existencia no me había dado cuenta, y comenzó a funcionar. Las cosas se habían estropeado simétricamente y se arreglaban simétricamente también. Había un orden en el mundo, había un equilibrio que quizá no percibamos, pero que se manifiesta en peripecias de la vida cotidiana como la que acabo de describir. Basta permanecer un poco atento para darse cuenta.

Al día siguiente salí a pasear sin el perro, que se encontraba convaleciente. Como si esa ausencia precisara de otra que cerrara el círculo, se me olvidó coger la radio. Lo curioso es que no me di cuenta hasta la mitad del paseo. Y no me di cuenta porque, pese a no llevarla, la escuchaba, como todos los días. Se trataba de una radio fantasma, desde luego, pero daba las noticias y emitía las tertulias con la misma eficacia que la real. De hecho, hasta el momento de advertir que no llevaba radio, me sentí perfectamente informado. Lo curioso con todo, es que en ese mismo instante me di cuenta también de que durante todo el paseo había estado tirando de mí un perro fantasma idéntico al mío. De hecho, había paseado de acuerdo a su ritmo y a sus hábitos. Una vez más, se cerraba el círculo. Todo es muy raro.