De modo que, visto lo visto, no acaba de entenderse bien cuál es el motivo por el que, al menos en el Parlamento de Galicia, parte de la izquierda gobernante parece decidida a predicar y no dar trigo. Al menos en lo esencial de cuanto afecta al voto emigrante, y que no es otra cosa sino la posibilidad de que tenga, tanto en su depósito como después en su recuento, las mismas garantías -que es lo que se pidió por unanimidad desde este lado del Padornelo- que amparan al de los gallegos del interior.

El asunto tiene su aquel, porque planteado como hasta ahora -es decir, la iniciativa de un Parlamento regional que insta al Gobierno central a que tome alguna decisión- ha de situarse en lo que en lenguaje coloquial se llama cola y esperar su turno. Y, así, le tocaría cuando le toque, lo que en cualquier caso haría imposible su aplicación para por ejemplo el mes de marzo, que es cuando se celebrarán, presumiblemente, las elecciones gallegas. O sea, cuando importa de verdad, otras prédicas aparte.

Resulta posible, desde luego, la habilitación de un atajo. Para ello es necesario que alguno de los grupos del Congreso de los Diputados, el Popular o el Socialista, lo planteasen directamente por la vía de urgencia. Y como no fue así y aún así el calendario aprieta, al menos cabe la posibilidad de que socialistas y populares respalden al BNG, cuyo portavoz señor Jorquera movió ficha ayer mismo para intentar sobre todo -y comm´il faut- al menos la emisión y la recepción del voto emigrante para los comicios del 2009.

La ausencia, al menos por ahora, de cualquier acción en ese sentido -aparte las palabras del señor presidente en la rueda posterior al Consello- provoca no sólo la sospecha de que lo que aquí se plantea carece de demasiado peso allí, sino una peor; la de que ahora mismo les conviene más, a los partidos mayoritarios, dejar las cosas como están, habida cuenta de que los resultados les favorecen, sobre todo a quien está en el poder. O lo parece.

En este punto, y por una cuestión de higiene política, que también cuenta, hay que reclamar de PP y PSOE una explicación -suficiente, no un paripé -sobre cuáles son realmente sus intenciones en este asunto y si existe o no sintonía entre lo que en Galicia se tiene por urgente y lo que consideran por tal sus colegas en Madrid. Porque, de no existir, la gente de este lado del Padornelo tiene derecho a saber de qué van, en el fondo, sus representantes, que es lo mismo que decir con quién se juegan los cuartos.

Y, ya puestos, otro detalle: los propios emigrantes tienen derecho -y además merecen- a que se les trate como personas, y no como una especie de masa sólo electoral.

¿Eh..?