Así que hemos pasado del mileurismo a la crisis, que es como salir de la nada y llegar, a fuerza de trabajar y trabajar, a la más profunda de las miserias. Quiere decirse que algo no encaja. Un taxista me dice que antes, con 20 euros, cargaba 20 litros de gasoil; ahora, con 30, pone 22. Me llama la atención que no llene nunca el depósito, con la pereza que dan las gasolineras, y me hace ver que si lo llenara llevaría más peso y el coche gastaría más. Me quedo atónito, pues jamás se me habría ocurrido hacer ese cálculo. El hombre, al observar mi expresión, recurre al argumento de autoridad, es decir, a Fernando Alonso, cuyo coche lleva un depósito del tamaño de un mosquito.

Me bajo del taxi con la idea de que pienso poco en las consecuencias de mis actos. De hecho, me gusta ir con el depósito lleno, en plan nuevo rico. Cuando salgo de la gasolinera, y dada la identificación entre el automóvil y yo, me siento un poco lleno. A veces eructo, cuando el que debía hacerlo es el motor. Pero el motor de mi automóvil es más dado a la tos. Tiene un problema de bronquios. Y de nariz. Un día, en el taller, me dijeron que quizá fuera alérgico a la gasolina. ¿Pero cómo va a ser el coche alérgico a la gasolina?, pregunté en mal tono. Pues del mismo modo que hay gente alérgica a sus propios excrementos, respondió el mecánico de mala gana.

Jamás se me habría ocurrido que hubiera gente alérgica a su caca. Pero me dijo el médico que sí, que era cierto. Da la impresión de que todo lo aprendo en los taxis, pero lo de salir de la nada y llegar a base de trabajar y trabajar a la más profunda de las miserias me lo enseñó Groucho Marx en sus memorias, donde asegura que se enteró del crack del 29 en el ascensor, gracias al botones, que le aconsejó vender a toda prisa. Al día siguiente, los banqueros se arrojaban por las ventanas. Las crisis de ahora ya no son como las de antes. Yo daría cualquier cosa por ver a los banqueros cortarse las venas. Lejos de eso, están anunciando beneficios históricos. ¿Pero no estábamos en crisis?, le pregunto a otro taxista en medio del atasco. Sí, dice, pero la gente a lo último que renuncia es al coche.