ETA atentó en la madrugada del domingo contra las instalaciones técnicas del periódico "El Correo", de Bilbao. Cinco kilos de explosivo colocados en la sede de la rotativa del periódico situada en Zamudio (Vizcaya) pusieron en peligro las vidas de los cincuenta trabajadores que en aquellos momentos imprimían los periódicos que los lectores vascos iban a recibir el mismo domingo. Los daños materiales causados en una de las alas del edificio no impidieron que el periódico saliera a la calle.

La banda terrorista, según los expertos de seguridad, vuelve a poner en el punto de mira de su barbarie a los sectores contra los que lleva atentando durante los últimos cuarenta años: guardias civiles, policías, prensa, instituciones bancarias y, en resumen, a toda la sociedad. Al margen de situaciones internas del conglomerado etarra, la única vía de los pistoleros consiste en provocar dolor y tristeza entre las víctimas, sus allegados y cualquier ciudadano de bien.

La bomba del atentado del domingo tiene, además, un significado añadido: meter miedo a un medio informativo en lo que quizá sea un aviso para toda la prensa que concurre en libertad al mercado diario de la información, sea la prensa escrita, las emisoras de radio o televisión. FARO DE VIGO se suma a la más rotunda condena del atentado desde la solidaridad con un colega, perteneciente al Grupo Vocento, y desde la más férrea de las defensas de la libertad de expresión, base fundamental de un sistema democrático como el que cuenta España. Desde la independencia informativa, no habrá ni pistolas ni bombas que sean capaces de acallar la voz de los medios que se incardinan en las sociedades a las que sirven y que, como en este caso, expresan la voz popular que muestra su desprecio y su hartazgo hacia la violencia etarra. Una violencia inútil, aunque como tantas veces, dolorosa. Sentimos el atentado contra el "El Correo" como si fuera contra nosotros mismos y expresamos a nuestros compañeros nuestra total solidaridad.