Así pues, decidida como parece la señora Táboas a abrir un proceso de diálogo con los alcaldes que se oponen a su decreto sobre el hábitat, puede convertir la ocasión en una oportunidad para matizar algunos aspectos y, sobre todo, acomodar a la circunstancia actual un espíritu que nadie -o mejor dicho casi nadie: la oposición no parece dispuesta a darle tregua- duda que se orienta a mejorar la vida de los propietarios o inquilinos de los futuros pisos, algo que no es en absoluto un asunto menor para buena parte de la sociedad civil gallega

Y es que doña Teresa, que es mujer inteligente y preparada, sabe que al fin y al cabo también en política resulta aplicable eso de que lo mejor es enemigo de lo bueno y por tanto que es preferible una victoria a los puntos que dejar KO al adversario, sobre todo cuando hay riesgo de no lograrlo y en todo caso una parte de los rivales es casi familiar y deberá compartir cartel con ella en otros encuentros. Y lleva, su señoría, en el cargo lo bastante como para, además, haber aprendido a bailar al ritmo aquel de la yenka, lo de adelante, atrás y un, dos, tres.

A estas alturas hay ya algo que resulta cierto: que la profundidad de la crisis aconseja matizar lo preciso como para que no cunda el pánico ni alguien ponga excusas, más o menos fundadas, para advertir con su estallido. Y en ese sentido el decreto regulador permite, por medio de un Comité creado casi al efecto, introducir ritmos y secuencias que lo hagan más útil todavía. Lo que conviene cuidar, aparte del modo, es la forma en que lo que sea necesario articular se articule sin que parezca que hay vencedores y vencidos. Para no fastidiar, más que nada.

Es verdad que eso resulta más fácil de decir que de hacer, porque por medio hay -guste o no- una condición preelectoral en el tema y en el año, condición que en buena lógica nadie va a olvidar. De ese modo, ahora tendrá que demostrar la señora conselleira Vivenda de qué pasta está hecha, sobre todo a la hora de abrir diálogos en varios frentes: no será lo mismo establecerlos con los alcaldes del BNG, que también son de los que rosman, aunque lo disimulen más, o del PSOE que con los del PP, cuya dirección está decidida a meterle carbón a la caldera.

En este punto, y sin la menor intención de dar consejo no solicitado a quien, por otra parte, sabe más que el consejero accidental, es posible que le sirva a su señoría una observación; por más que guste poco o nada su actitud, la hueste de alcaldes del PP suma más de ciento cincuenta, y eso es una fuerza formidable que no se puede desatender ni siquiera desde posiciones políticas contrarias. Entre otras razones porque la consellería está para servir al pueblo, y ellos representan mucho pueblo, dicho sea con todo respeto; así que a ver cómo se las arreglan, entre todos, para meterle mano al asunto. ¿Eh...?