Pues la verdad es que tiene muy buen aspecto esa entente que parecen haber logrado gallegos y asturianos con vistas a una cada vez más cercana reforma del sistema de financiación autonómica. Reforma que muy probablemente parirá un marco menos solidario que el actual, y ya se sabe que en ese tipo de cambios pasa como con las crisis económicas, que suelen perjudicar más a unos que a otros y que los afectados de mayor cuan tía son los que menos tienen y que por ello el mejor y más eficaz modo de curar es prevenir, justo lo que intentaron las dos delegaciones.

En esa línea -y sin lanzar las campanas al vuelo: las cumbres galaico/asturianas vienen de los tiempos del señor Fraga en Taramundi, y hasta ahora han servido para bastante menos de lo que parecía- aciertan las dos delegaciones al recordar que tienen elementos comunes que hacen más urgente que para otros aquella solidaridad. El envejecimiento de la población y su dispersión son circunstancias objetivas que hacen mucho más costosas las soluciones y que por lo tanto requieren bastantes más medios. Es sencillo de explicar, pero muy difícil de aplicar.

Algunos observadores creen que cuando llegue la publicación de las balanzas fiscales -el señor presiden te del Gobierno la prometió en un plazo de dos meses- será vital argumentar esa realidad social frente a la aritmética de quienes quieran utilizarla para demostrar que dan bastante más de lo que reciben y que eso no puede seguir así. Y habrá que recordar que en este, como en cualquier otro Estado democrático moderno, la cohesión pasa por equilibrar lo general para hacer viable la convivencia, clave por cierto -aunque hay quien lo duda- para la supervivencia común.

Dicho lo anterior, que en definitiva no es sino un respaldo a la tesis de que la unión hace la fuerza, quizás no estuviere de sobra una reflexión añadida para subrayar que si la unidad es básicas también lo es el tamaño. Y en ese sentido, para asuntos tan importantes como los de las infraestructuras, podría ser útil que este tipo de reuniones se ampliase para incluir la presencia de Castilla/León, completando el cuadrante noroeste peninsular; en términos geográficos al menos: políticamente ya se sabe que es otra cosa.

La referencia principal puede ser, seguramente, la cuestión del AVE, que para llegar a Oviedo y Gijón y A Coruña o Santiago ha de pasar por Valladolid, pero a partir de ahí se verá por donde más, para determinar si hay otras estaciones. Por ejemplo Ponferrada, Monforte, Vigo o Santander, destinos para los que ahora se ha oído en alguna parte, aunque de forma discreta,una nueva definición, la de "trenes de altas prestaciones", que suena raro, huele a chamusquina y ha puesto los dedos como huéspedes a los más atentos seguidores de estos asuntos ferroviarios de tan diferente nomenclatura. Y es que ya se sabe: más vale un por si acaso que un quién lo pensara. ¿No...?