Charlton Heston era discutible como actor, pues sólo se representaba a sí mismo, un papel que todo el mundo sabe ejecutar, aunque es verdad que Heston lo hacía de manera soberbia. Era por tanto un hombre enterizo, sin desdoblamiento posible, lo que se llama un hombre de una pieza. Está por ver que tuviera entereza (distinto a ser enterizo), pues tanta pasión por las armas le hacía sospechoso de ser en el fondo algo miedica, pero todo indica que no era un mal tipo, ni mucho menos un fascista. De su templanza da buena cuenta la paciencia que tuvo con Michael Moore en la terrible entrevista que éste le hizo en ``Bowling for Columbine´´, aunque luego lo echara de casa. En todo caso, los de mi generación hemos tenido de jovencitos tal fervor imitativo por Heston que vaya usted a saber cuánto del finado llevaremos dentro. Sólo por eso ya se merece un afecto póstumo, como a pariente lejano.