Los que dicen que en España apenas se lee viajan poco. Las carreteras españolas se circulan en versión original subtitulada en las distintas lenguas del Estado con mensajes repetitivos en los que la Dirección General de Tráfico se disculpa porque no puede conducir por ti, lo que es una lástima porque conducir está bien pero es mejor tener chófer. También hay microrrelatos siniestros: "el año pasado por estas fechas murieron tantas personas en las carreteras españolas". No se puede conducir distraído pero sí asustado, por lo que se ve y lee.

Ya que dejan leer mientras se conduce -y no información útil del tipo "atasco a 10 kilómetros", sino microrrelatos del género de terror- mejor sería que la Dirección General de Tráfico convocara un premio literario o contratara escritores en corto para mejorar la calidad de los mensajes que subtitulan (o supratitulan) nuestras carreteras y, de paso, fomentara la lectura y pagara la escritura. La iniciativa hay que acotarla al microrrelato completo por panel, ya que de lo contrario, de haber un punto seguido en lugar de un punto final, los comportamientos del conductor se podrían ver alterados por los comportamientos del lector: los lectores ansiosos podrían verse impelidos a superar las limitaciones de velocidad. Desde que existe, la lectura es una forma de circulación -con punto de partida y punto de destino, un sentido, paradas, acelerones, atascos- y ahora la circulación es una forma de lectura. En la lectura se ataja, se adelanta en rasante a la espera de recuperar cuanto antes el interés... incluso algunos circulan en dirección prohibida y se van al final para luego regresar donde estaban porque no podemos leer por ti.