Las elecciones presidenciales norteamericanas siempre me han llamado la atención. Incluso he llegado a ver con cierta envidia alguna de sus características más propias.

Por ejemplo, los "caucus", palabra autóctona americana, originaria de las comunidades indígenas algonquinas. Ese espíritu participativo, francamente festivo, al que se entregan los simpatizantes de cada partido para apoyar a sus candidatos, es algo que no hemos alcanzado en nuestra joven democracia, habituada a la programada escenificación de nuestros mítines electorales.

No menos curiosa me ha resultado la manera en que los candidatos financian sus campañas, liberando a las arcas públicas. Los candidatos norteamericanos tienen que dar las cara ante sus simpatizantes y grupos económicos afines, y, las más de las veces, con su propio peculio, para recaudar las grandes sumas de sus campañas. Aquí, ya lo sabemos, se acude a los Bancos con la esperanza de que el número de votos y su compensación económica cubran los gastos. Si no alcanzan los votos, se renegocia la deuda, y a esperar...

Pero lo que más me gusta en las elecciones al Congreso es el compromiso personal que cada candidato asume ante la circunscripción electoral que le corresponde. Nada de listas cerradas ni de candidatos desconocidos por los electores.

Sin embargo, confieso que las actuales primarias de los demócratas me han decepcionado. A la pugna natural entre los dos candidatos finalistas, Hilary Clinton y Barack Obama, ha seguido una agria y violenta confrontación personal. Tan excluyentes en sus términos que los demócratas corren el riesgo de que la frustración de los partidarios del candidato derrotado se abstengan en las elecciones o, lo que sería peor, dirijan sus votos de castigo al "moderado" candidato republicano.

Mucho me temo que los golpes bajos que se han asestado Hillary Clinton y Obama no quedarán impunes. A la revelación de la foto de Obama con turbante en su viaje a Africa siguió el destape de las imprecisiones del desembarco de la señora Clinton en Afganistán. Y esto no para ..., la rivalidad entre ambos candidatos se hace cada vez más encarnizada. Y, al final, entre ambos le están haciendo la mejor de las campañas posibles al señor Jhon McCain.