La selección danesa hizo historia y se proclamó por primera vez campeona olímpica, tras protagonizar una de las grandes gestas de los Juegos de Río, el imponerse por 28-26 al todopoderoso conjunto francés. Pocos triunfos parecían más "cantados" que el de Francia de balonmano, el mejor equipo de todos los tiempos, que llegaba a Río dispuesto a convertirse en el primer equipo en encadenar tres títulos consecutivos.

Un triplete que deberá esperar, tras la victoria de un equipo danés, que ayer, por fin, se pudo quitar la etiqueta de fragilidad mental que le perseguía, tras perder por goleadas las finales del Mundial de 2013 ante España y del Europeo 2014 ante Francia. De hecho la clave de la victoria nórdica reside en la fortaleza mental mostrada por todos sus integrantes, que no se vinieron abajo ante el intento de remontada en los minutos finales. Un tiempo en el que el protagonismo recayó en habituales secundarios, que no sólo resistieron sino que condujeron a Dinamarca a una victoria que ya entra en la leyenda.

Para ello, Dinamarca no sólo tuvo que superar al conjunto francés, sino sobreponerse a sus propios errores, como el protagonizado por el técnico islandés, que obsesionado por superar el muro defensivo francés apostó por jugar con siete jugadores de campo desde el inicio de partido cada ataque.

Pero ayer nadie podía acabar con la tenacidad danesa, ni el mismísimo Nikola Karabatic, el mejor jugador del mundo, que con una pérdida de balón, tras un espectacular robo de Henrik Toft Hansen, y una falta de ataque consecutivas acabó con las opciones de remontada del conjunto francés.