Antes de inaugurarse los Juegos de Río, las poco alentadoras noticias que llegaban desde Brasil -inestabilidad política con la destitución de Dilma Rousseff, crisis económica en el país, altercados en el paso de la antorcha olímpica y deficiencias en las infraestructuras- parecían augurar un fiasco de dimensiones... olímpicas.

Sin embargo, exceptuando algún contratiempo como el del agua verde de la piscina de los clavados, la competición fue desarrollándose jornada a jornada con total normalidad. Utilizar la palabra 'normalidad' en un evento de esta envergadura es, por supuesto, un decir. Si algo han dejado las Olimpiadas de Río, además de medallas, son momentos que en muchas ocasiones han trascendido lo meramente deportivo y se han quedado grabadas en la retina del espectador por su emotividad, espectacularidad o importancia histórica.

La ´garota´ Bündchen

Giselle Bündchen le puso cara a la famosa 'garota de Ipanema' y acaparó todos los flashes en una ceremonia inaugural de lo más espectacular. Además, la organización aprovechó para mandar un necesario mensaje ecológico con ella.

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Los récords mundiales

Algo ha tenido Río que ha propiciado que un gran número de récords mundiales hayan sido superados. El más tempranero fue en un deporte minoritario, el de tiro con arco del surcoreano Kim Woo-Jim, pero la que consiguió dejarnos con la boca abierta en por primera vez fue la húngara Katinka Hosszu en la final de los 400 metros estilos, que no sólo superó sino que aplastó el anterior tiempo. También en natación, rompieron los registros Adam Peaty en los 100 metros libres, Sarah Sjostrom y Joseph Schooling en los 100 mariposa, Katie Ledecky en los 100 y 400 metros libres.

En atletismo, el sudafricano Wayde van Niekerk superó la marca establecida en 1999 por Michael Johnson en los 400 metros y la etíope Almaz Ayana lo batió en los 10.000 metros. Halterofilia en todas sus modalidad, lanzamiento de peso y de martillo, salto de pértiga, piragüismo€ La lista de nuevas marcas mundiales es extensísima.

Las celebraciones más recordadas

La alegría desmedida al alcanzar el éxito es difícil de contener y en Río se dieron varias pruebas de ello. Hubo quien optó por aprovechar su momento de gloria para imitar a su ídolo -es el caso del boxeador uzbeko Giyasov- y otros prefirieron ponerse a bailar, como los halteras de Kiribati y Kazajistán. También una haltera, española esta vez, Lydia Valentín, nos encandiló con su coqueto gesto tras levantar 116 kilos. Ah, y también está esa celebración prematura que acabó en ridículo absoluto.

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Espeluznantes lesiones

La imagen del gimnasta francés Samir Ait Said sujetándose su pierna fracturada dio la vuelta al mundo. Le sucedió al aterrizar su salto de potro en la primera ronda de clasificación de esta modalidad, para la que llevaba entrenando meses, por lo que el destino fue doblemente cruel con él.

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También nos hizo mirar a otro lado la lesión del haltera armenio Andranik Karapetyan, que se dislocó el codo al tratar de levantar 195 kilos. Sobrecogedor.

Y no menos impactantes fueron las caídas vividas en las pruebas masculina y femenina de ciclismo en ruta, ambas en pleno descenso. Primero fue Vicenzo Nibali el que probó el asfalto carioca con el subsecuente balance de una clavícula rota. Después, la ciclista holandesa Annemiek van Vleuten se salió de la pista a toda velocidad y cayó de manera terrible. Van Vleuten fue ingresada en cuidados intensivos con una conmoción craneoencefálica y tres vértebras rotas.

Los Juegos son multiculturales

Con 213 delegaciones distintas y más de 10.500 deportistas compitiendo, las Olimpiadas son el escaparate perfecto para darse uno cuenta de cuán diferentes somos las personas dependiendo del lugar del que provengamos. De eso, y de que los contrastes culturales pueden impactar más que los meramente físicos. Y si no, que se lo digan a las jugadores de vóley playa egipcias, que acapararon la atención de todos al competir con una vestimenta insólita que cubría totalmente su cuerpo excepto la cara, los pies y las manos. La fotografía habla por sí sola.

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Y aún hay quien no lo comprende

El judoca egipcio Islam El Shehaby protagonizó una de las polémicas de estas jornadas de deportividad y fraternidad. Se enfrentó al luchador israelí Or Sasson y salió perdiendo. Tras el combate, como dicta el protocolo del judo, ambos se dedicaron una reverencia, que El Shehaby redujo a su mínima expresión. Y acto seguido Sasson le tendió la mano, gesto cordial pero no obligatorio. El Shehaby rechazó el saludo influido por motivaciones políticas. Es conocida la enemistad entre los países de procedencia de ambos.

Los más grandes también son humanos

Simone Biles, Usain Bolt, Katie Ledecky, Michael Phelps€ ¿Qué tienen en común? La respuesta es fácil: en sus respectivas disciplinas no han tenido quien les haya hecho sombra. Aunque esto no es del todo cierto. Bolt es el único que ha dominado todo aquello en lo que ha competido, consiguiendo su ´triple triple´.

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Biles buscaba el primer puesto en las cinco pruebas en las que participaba. Pero es humana. No pudo conseguir el pleno de oros al perder el equilibrio en la final de barra y tener que sujetarse con las manos.

Y Phelps, el hombre que más medallas olímpicas ha acumulado en la historia, vio cómo un ´fan´ le superaba en la final de los 100 metros mariposa. El osado, un joven llamado Joseph Schooling que desde que era pequeño se había inspirado en el estadounidense para alcanzar su sueño de convertirse en campeón.

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Ganar a toda costa

Los Juegos también han puesto de manifiesto cómo después de tantos meses de preparación, de soñar con subir a lo más alto del podio, el espíritu competitivo de los deportistas puede moverles a tomar decisiones incluso arriesgadas.

Se pudo comprobar en la final de los 400 metros lisos femeninos. La competidora por Bahamas, Shaunae Miller, se lanzó en plancha sobre la línea de llegada para hacerse con el oro.

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En los 50 kms. marcha, el francés Yohann Diniz tenía tal afán por ganar, que no permitió que unos problemas gástricos le detuvieran y se hizo sus necesidades encima. Unos kilómetros después el marchador perdió el conocimiento y cayó desplomado sobre el asfalto. En poco más de un minuto, y con ayuda de los voluntarios, Diniz se puso en pie y forzó su cuerpo al máximo para acabar. Logró completar los más de 10 kilómetros que le quedaban por delante para terminar octavo.

Y qué decir de Rafa Nadal. Llegó a Río con serias dudas por la lesión en su muñeca izquierda que le había hecho renunciar a Wimbledon meses atrás y que todavía arrastraba. Pero eso no hizo que Rafa, aunque cauto en sus aspiraciones, renunciara a competir en todo: individuales, dobles masculino y dobles mixto. Poco a poco fue pasando rondas y se metió en la pugna por dos medallas. Logró el oro junto a Marc López y luchó hasta el final por la presea individual, pero el agotamiento producido por el frenético ritmo del partidos que afrontó se lo impidió. Nadal se ganó las loas de todos por su heroíco derroche de esfuerzo y perseverancia.