Se encienden los focos en el estadio de atletismo (tres finales se disputan en la primera jornada) y donde casi todas las miradas están puestas en Usain Bolt, que el sábado pone en marcha su maquinaria en busca del más difícil todavía. Tras ganar los tripletes de Pekín y Londres (100, 200 y el relevo corto), el jamaicano persigue repetir la hazaña por tercer vez consecutiva. Algo inimaginable, pero que parece perfectamente al alcance del mayor prodigio que seguramente ha dado el atletismo en su historia. Todo depende de que sus piernas están a su nivel. Durante semanas hubo cierta inquietud por culpa del pinchazo en el cuádriceps que sufrió durante el Campeonato de Jamaica y que le hizo parar un par de semanas en el mes de julio. El 22 reapareció en Londres corriendo un 200 y sus sensaciones fueron extraordinarias. Similares a las que dio en Kingston en junio cuando pulverizó a sus afamados compatriotas Blake, Powell y Ashmeade en un 100 que corrió por debajo de 9.90 sin necesidad de exprimirse en los últimos metros. La mejor prueba de que Bolt depende de Bolt y que el destino de sus medallas siempre está en él y no en sus rivales. No se le conoce un error en una final importante salvo aquel nulo mundialista en la final de 100 metros, el único gran título que se le ha escapado desde que asomó a la cumbre del atletismo mundial.

La fiesta de Bolt -el hombre que aglutina más atención mediática con diferencia en unos Juegos Olímpicos,-, arranca mañana con las eliminatorias de los 100 metros cuya final se disputará la madrugada del domingo al lunes en España a eso de las 3:30 horas. El primer examen serio en un calendario intenso y en el que se pondrá a prueba el estado de su musculatura. Bolt ya no es un niño, los años y las carreras pesan y el calendario es exigente. Le esperan siete carreras como mínimo, siete esfuerzos que su cuerpo no podría resistir en caso de llegar justo de condiciones. Aunque sus últimas comparecencias parecen haber descartado ese peligro. Bolt ya ha asomado por Río de Janeiro para participar en varios actos publicitarios. Se le ha visto relajado como es costumbre en él aunque dicen que no está disfrutando de los Juegos como en otras ocasiones, que se siente agobiado por las peticiones de fotos, autógrafos que le hacen en la villa olímpica y que eso le ha llevado incluso a encerrarse en la habitación más tiempo del normal. Algo complicado para un tipo acostumbrado a convertir cada uno de sus días en una especie de celebración. Mañana seguramente cuando se vea sobre el tartán azul de Río se le ilumine definitivamente el alma.

Pero no solo de Bolt vive el atletismo. Esta noche irrumpen en el estadio estrellas como la imponente holandesa Dafne Schippers que aspira a adueñarse de la velocidad con el permiso de los cohetes jamaicanos y estadounidenses o las fondistas africanas. Un adelanto de lo que vendrá durante los próximos diez días y en los que el considerado deporte rey de los Juegos encumbrará a sus nuevos reyes. Por ahí andará Bolt y otros como Mo Farah, Rudisha, Eaton, Kemboi, Dibaba, Lavillenie...ninguno de ellos será ruso. El veto a los atletas de ese país por la IAAF es una de las grandes noticias de los Juegos. Un castigo a su política antidopaje. Eso nos deja sin algunos de los grandes atractivos de la competición, pero seguramente deja un ambiente mucho más limpio.