"Sun Yang mea violeta". Lo pudo decir más alto pero no más claro. El francés Camille Lacourt, campeón del mundo y de Europa en la especialidad de espalda y quinto en los 100 de Río 2016, afirmó sentirse "enfermo" al ver el podio de 200 libres. Era una clara alusión al nadador chino, que se colgó el oro en una de las pruebas reinas del campeonato. Sus medallas y la de la rusa Yuliya Efimova, plata en 100 braza, lo eclipsaron todo. Es lo que tienen las polémicas decisiones de la FINA. Permitir la presencia de reincidentes tramposos conduce a desviar la atención de lo que pasa en una piscina con aguas cada vez más turbias. Los propios nadadores están siendo los más valientes, decididos a velar por la limpieza de su deporte, pero el COI los ha invitado a través de un comunicado a "respetar a sus compañeros". Al que no podrá callar es al público y este lo tiene claro. Abucheo general cada vez que ambos hacen acto de aparición.

Lilly King, por ejemplo, nadó con ventaja en la final de 100 braza. Pero no la que aportan las drogas, sino la que supuso tener a todo el pabellón de su lado en el mano a mano con Efimova por el oro olímpico. La americana ya había sido muy crítica con la posible participación en Río de la rusa, suspendida en dos ocasiones por dopaje y que solo este 2016 ha dado positivo cinco veces por meldonium. Lo mismo otras rivales, como la lituana Ruta Meilutyte, que defendía el título de Londres y solo pudo ser séptima y que ya en su momento afirmó haber perdido el respeto por la rusa.

Después de la final y de proclamarse campeona, King fue más allá, mirando la paja en el ojo propio. "Justin Gatlin (atleta que dio positivo en 2001 por anfetaminas y en 2006 por esteroides) no debería formar parte del equipo olímpico estadounidense", dijo sin tapujos. Efimova, por su parte, se hizo la víctima y señaló que la plata le sabía muy bien porque hacía una semana ni siquiera sabía si podía participar porque, aseguró, "soy rusa". "No querida, es porque diste positivo? dos veces", le espetó en las redes sociales Ryk Neethling, excampeón olímpico en Atenas 2004 con el relevo sudafricano de 4x100 libres. En la entrega de medallas, entre abucheos, Efimova fue ignorada por sus compañeras de podio. Y la rusa terminó en la zona de prensa llorando de forma desconsolada delante de los periodistas.

Pero el que fue más duro en sus declaraciones fue el australiano Mack Horton, que preguntando por Sun Yang dijo que "no quería perder su tiempo con un tramposo". El aussie le ganó la partida al chino en 400 libres, relegándole a la segunda posición del podio. Pero la guerra entre ambos venía de lejos, teniendo que soportar Horton multitud de provocaciones de Yang, que incluso fue a molestarle durante el calentamiento. Juego sucio dentro y fuera de la piscina. El aluvión de felicitaciones al australiano, al que el americano Cody Miller incluso le llamó "jefe" por sus declaraciones, ha hecho que el COI pidiera "respeto", pero eso no ha hecho más que aumentar las críticas y las peticiones por un deporte limpio.