Miguel Alvariño afronta hoy su última oportunidad para lograr en río 2016, en la que es su primera cita olímpica, cumplir con parte de la misión que se había fijado. Hasta ahora su concurso no ha sido del todo satisfactorio, ni en el plano individual ni por equipos (donde España cayó en octavos ante Holanda por 5-1). Pero eso hoy puede cambiar. Su rival en la siguiente ronda será el francés Lucas Daniel.

Fue el arquero de As Pontes el primer gallego en entrar en acción en estos Juegos. Aún no se había encendido el pebetero cuando el gallego ya afinaba su puntería en el Sambódromo. Y ahí pagó los nervios del debut. Tras la ronda de clasificación acabó en el puesto 44º. Un puesto que dejaba ciertas dudas en alguien que llegaba dispuesto a luchar por los metales. Su condición de líder del equipo español pudo pesar. "La presión del evento en sí con los cámaras en la línea de espera me han hecho sentir incómodo", reconocía el propio Alvariño tras su primera toma de contacto con la competición. "Por eso he cometido 3 errores que me han llevado al 44 puesto en el round clasificatorio. Satisfecho en el sentido de que a pesar de los tres errores conseguí reponerme y seguir apretando como al principio, solo que con la mala suerte de no hacer dieces, ya que estaban cerca de la línea. Toca seguir aprendiendo y peleando flecha a flecha. No es como se empieza, sino como se acaba", añadía.

Ese mismo día se vestía con el uniforme de gala del equipo olímpico y desfilaba con el resto de la delegación nacional en la ceremonia de inauguración. Quiere Alvariño vivir cada momento en Río al máximo, disfrutar de la experiencia, pero también rendir al máximo, aprendiendo de los errores. Antes de continuar con su concurso individual, Alvariño aún disputó la competición por equipos, junto a Antonio Fernández y Juan Ignacio Rodríguez. La ambición era máxima, pero cayeron en la ronda de octavos ante Holanda por un contundente 5-1. Pero no hubo tiempo para las lamentaciones. "Lo he dado todo", anunciaba el pontés, que hoy tiene la oportunidad de realizar el papel con el que sueña en una cita de esta dimensión.

"Mañana (por hoy) toca gastar la última bala que tengo en la recámara. No puedes poner un límite a nada. Cuanto más sueñas, más lejos llegas", anunciaba ayer.

Durante el ciclo olímpico, la perla de la cantera de Sílex (club del que procede y en el que se ha formado) ha brillado en varias de las grandes competiciones previas a los Juegos de Río: fue subcampeón del mundo júnior, logró el oro en los Juegos Europeos de Bakú y se proclamó campeón de la final de la Copa del Mundo. Credenciales más que suficientes para esperar grandes cosas de un deportista que no entiende el significado de la palabra rendición.

Desde que cambió el fútbol por el arco tuvo siempre muy claro cuál era su sueño: disputar unos juegos olímpicos. Desde que lo descubriera su entrenador Manuel Buitrón convirtió su hobby en una forma de vivir. Pero es él el que marca sus tiempos. Incluso declinó la opción de mudarse al Centro de Alto Rendimiento para quedarse en su As Pontes natal, junto a su familia. "Creo que si estoy en el CAR me iría peor. Allí sería uno más", decía un Alvariño que no se siente uno más. Él es el dueño de su destino.

La gran sorpresa de la jornada de ayer fue la eliminación del surcoreano Kim Woo-Jin en la ronda de 32º de final ante el indonesio Riau Ega Agatha (2-6). El surcoreano había establecido el primer día de competición un nuevo récord mundial de 72 flechas en las rondas clasificatorias al sumar un total de 700 puntos.