Brasil continúa sin levantar cabeza en los campeonatos internacionales de fútbol. A su fracaso en el Mundial que organizó hace dos años, anadió el pasado junio otro tropiezo en la Copa América. Ayer, la Canarinha comenzó con mal pie su participación en los Juegos Olímpicos al no pasar de un empate sin goles ante Suráfrica, a la que el árbitro español Mateu Lahoz dejó en inferioridad numérica a la hora de un partido al que añadió cinco minutos. Ni con esas ayudas fue capaz el equipo que lidera Neymar y en el que apareció el excéltico Rafinha Alcántara tras el descanso de superar a un flojo rival en su estreno olímpico ante una afición animosa que acabó decepcionada. Pero ayer no solo falló el delantero del Barcelona. Tampoco lució uno de los últimos fichajes estelares de Guardiola para el Manchester City, Gabriel Jesús.

El día que el estadio Mané Garrincha de Brasilia se colmó de hinchas para ovacionar a Neymar, Gabriel Jesús y compañía, las miradas de admiración llovieron sobre el guardameta Itumeleng Khune, primer responsable del empate sin goles que Sudáfrica sacó a Brasil en su debut en los Juegos Olímpicos.

La Canarinha olímpica lo intentó de todas formas para allanar el camino hacia la medalla de oro que se insinúa pero se le resiste, como en 2012, cuando al final terminó siendo de plata.

Pero Sudáfrica, con un juego rocoso en defensa y agresivo, osado en ataque, jamás se intimidó con los nombres mediáticos del equipo anfitrión que tuvo enfrente. Khune sostuvo al menos tres mano a mano con Neymar y en todos salió airoso.

El empate sin goles fue una réplica del que horas antes, en el mismo escenario, firmaron Irak y Dinamarca, por lo que han dejado el grupo A en un sorprendente equilibrio de poderes, al menos hasta la segunda jornada, que se jugará el domingo en la misma capital brasileña. Ese día Brasil se las verá con Irak y Sudáfrica con Dinamarca.