Detrás del triunfo del equipo gallego-asturiano de Match Race femenino hay otro vigués, Antonio Otero, que se unió al proyecto de Támara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega en la última fase de preparación olímpicia después de guiar sus pasos también en sus inicios.

Trabajó con ellas en el Centro de Tecnificación de Vilagarcía y una vez que lograron el billete olímipico Santi López-Vázquez volvió a llamarlo para que se encargara de la recta final de la preparación de sus pupilas. Árbitro y juez internacional de la clase, el año pasado fue el entrenador del TP52 Bribón de SM El Rey.

"Lo han hecho muy, muy bien. No hay nada que decir. Han navegado a su mejor nivel y han salido las cosas bien. Hay que tener siempre ese poquito de suerte que tuvimos en la final y el resto lo han aportado ellas, haciendo un trabajo perfecto", indicó.

En su análisis de la final, Otero indicó que "en las tres regatas centrales de las cinco, hubo más viento y con eso éramos menos difíciles para ellas. Nos costaba más. La primera y la última fueron con un pelín menos de viento y ahí éramos más competitivos, pero bueno, se trataba de pequeñas diferencias".

Confiesa el vigués haber vivido la final "con el corazón en un puño". "Cuando llegaron a tierra no les dije nada. Solo las felicité. Si hablamos ya lo haremos dentro de unos días porque ahora nos iremos cada uno por nuestro lado. Cuando nos volvamos a ver ya repasaremos algo si queremos, pero hoy (por ayer) era un día solo para celebrar. Cuando llegaron se tiraron al agua y dejaron el barco suelto. Es totalmente comprensible, aunque no parezca razonable", indicó.

"El podio no me impresionó nada. Me emocioné más cuando llegaron, porque estaba hecho, porque había terminado todo y porque ya solo quedaba la celebración por delante después de casi trece días de competición. Se ha hecho muy largo y muy duro, pero el premio ha hecho que valiera la pena el sacrificio".