Regala algunos momentos que pueden divertir a un sector del público que participe del sentido del humor de Andreu Buenafuente y Berto Romero, que han ido ganando adeptos en sus frecuentes apariciones en televisión, aunque en esencia es una comedia menor y solo con aislados instantes brillantes que nos sitúa en el corazón de Cataluña para mostrarnos la turbulenta visita a su ciudad natal, después de muchos años de ausencia, de los hermanos Osorio, Juan y Richi, que regresan para dar lectura al pregón de las fiestas de Proverzo.

Lo cierto es que las circunstancias que atraviesan ahora en el plano profesional los que antaño fueron figuras relevantes del rock español, con multitud de fans, son penosas y de hecho Juan solo ha accedido a la propuesta municipal por esa remuneración de 10.000 euros que le permitirán pagar la ortodoncia de su hijo adolescente, fruto de su matrimonio frustrado.

Ignora, eso sí, que lo que el alcalde de la localidad pretende en realidad es reconquistar el amor de su exnovia, que se ha hartado de él. Estos son los ingredientes que marcan la pauta en una película que puede ser efectiva a la hora de suscitar la sonrisa si se conecta con el estilo, las formas y la «inspiración» de los protagonistas, que han trabajado sobre un guión desigual elaborado por Diego San José y David Serrano que no es, precisamente, una mina de diamantes.

Tanto Buenafuente como Berto Romero son expertos en la técnica del monólogo, en el que el primero es un verdadero experto y hasta maestro, pero no están tan cómodos, por falta en parte de experiencia, en el plano de la interpretación convencional de un largometraje.

Los dos se esfuerzan por adquirir naturalidad y por provocar la risa, si bien los resultados son dispares. El director de este desmadre rural que nos introduce en la Cataluña profunda es un Dani de la Torre que no es ajeno a la comedia y que incluso nos ha dado previamente muestras de que transita con soltura por estos páramos.