Polonia amenazaba anoche con arruinar las posibilidades de éxito de la cumbre de líderes europeos al insistir en su rechazo al reparto de poder que establece el nuevo Tratado simplificado de la UE, basado en una doble mayoría de Estados y de población. Varsovia insistió hasta el último momento en que este sistema le perjudica y da un peso desmesurado a Alemania.

En un último intento por salvar la cumbre y sacar a la UE de su larga crisis institucional, Merkel, durante la cena de jefes de Estado y de Gobierno, intentó aislar a Polonia dejándola al margen de las futuras negociaciones sobre el texto y amagando con convocar sin su acuerdo la conferencia intergubernamental (CIG) que le dará su formato definitivo.

La canciller alemana recurrió a esta táctica tras ver que de nada servía su constante trabajo de persuasión, que le llevó a reunirse en veinticuatro horas más de media docena de veces con el presidente polaco, Lech Kaczynski. Tampoco funcionaron las gestiones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su homólogo lituano, Valdas Adamkus, que actuaron de facilitadores ante Varsovia.

Pasadas las 22:30 horas, las negociaciones continuaban sin estar claro todavía su resultado. Algunas delegaciones apuntaban que las conversaciones po-drían aplazarse hasta hoy y otras barajaban la posibilidad de abandonar Bruselas ayer sin acuerdo, aunque la maniobra de Merkel parecía buscar un compromiso de último minuto durante la madrugada.

Durante un pequeño instante a media tarde de ayer, el acuerdo pareció al alcance de la mano. Merkel presentó a Kaczynski una última propuesta para satisfacer sus demandas que en un primer momento fue aceptada por Polonia. El portavoz del presidente francés, David Martinon, llegó a decir que nunca se había estado ``tan cerca de un acuerdo o de un desacuerdo´´.

La oferta consistía en retrasar hasta 2014 la fecha de entrada en vigor del voto por doble mayoría, aumentar de 4 a 5 el número mínimo de Estados necesarios para bloquear una situación, y reforzar un mecanismo que permite a una minoría de países paralizar una decisión aunque no tengan los votos necesarios para bloquearla, basada en el denominado `Compromiso de Ioannina´.

Finalmente se confirmó la hipótesis del desacuerdo. Tras consultar con Varsovia, el presidente Kaczynski volvió a reunirse con Merkel, Sarkozy y Adamkus y les comunicó que la propuesta era ``inaceptable´´.

Política exterior

En lo que sí hubo acuerdo durante el almuerzo fue en materia de política exterior después de superar la amenaza de veto de Reino Unido. Los Veintisiete confirmaron que el nuevo Tratado creará la figura del ministro de Asuntos Exteriores, aunque acordaron eliminar este nombre y mantener el actual de Alto Representante de la UE, a propuesta del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para evitar suspicacias en los países más escépticos que temen la creación de un superestado europeo.

El primer ministro británico, Tony Blair, propuso en un principio el nombre de Representante de Relaciones Exteriores, pero tanto Zapatero como el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, replicaron que era preferible mantener la denominación de Alto Representante que ostenta ahora Javier Solana.

En todo caso, el nuevo cargo mantendrá todas las atribuciones previstas en la fallida Constitución. Ocupará la vicepresidencia de la Comisión, presidirá las reuniones mensuales de ministros de Exteriores y, sobre todo, fusionará en uno solo cargo las funciones del Alto Representante y del comisario de Relaciones Exteriores.