Los ministros de Exteriores de la UE "entienden" el ataque contra Siria que lanzaron el sábado EE UU, Reino Unido y Francia en respuesta al presunto uso por el régimen de Al Asad de armas químicas, pero urgieron a reactivar el diálogo, en lo que fue más un respaldo matizado que explícito a la intervención tripartita, limitada a tres objetivos para evitar una confrontación con Rusia, aliada de Damasco.

"Está claro que hay necesidad de impulsar el relanzamiento del proceso político liderado por la ONU en este momento", dijo la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini, quien pidió a Rusia e Irán que usen su influencia para que el Gobierno sirio también forme parte en esas negociaciones.

En las conclusiones de la reunión, los titulares de Exteriores de la Unión afirman: "El Consejo entiende que los ataques aéreos de EE UU, Francia y Reino Unido dirigidos contra las instalaciones de armas químicas en Siria fueron medidas específicas tomadas con el único objetivo de evitar usos adicionales de armas y sustancias químicas por parte del régimen sirio para matar a su propio pueblo".

En ellas, también condenaron "firmemente" el empleo "continuado y repetido" de armas químicas por el Gobierno de Al Asad, incluido el ataque del 7 de abril que motivó la represalia del sábado.

El ministro español, Alfonso Dastis, afirmó que no es posible "dejar sin reacción" el uso de armas químicas por parte del régimen sirio, aunque, en consonancia con Mogherini, apostó por una solución política y diplomática para poner fin a la guerra en el país árabe.

Fuentes diplomáticas precisaron que Irlanda expuso las mayores reticencias, mientras que Suecia y Chipre también tuvieron ciertas reservas. "Creo que todo el mundo hubiera preferido que el Consejo de Seguridad de la ONU tomara acciones decisivas con el mandato completo de la ONU. Eso no fue posible", dijo el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, en referencia a los vetos rusos en la ONU.

Su homólogo británico, Boris Johnson, dijo al llegar a la cita que los ataques "calibrados y proporcionados" contra el régimen de Bachar al Asad fueron "totalmente correctos", tanto para su país como para el resto de sus aliados.

La primera ministra británica, Theresa May, que comparecía en los Comunes tras las fuertes críticas de los laboristas por no haber pedido permiso a la Cámara antes de atacar, defendió que el ataque fue "legalmente correcto", pese a no contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. "No se trataba de intervenir en una guerra civil ni de cambiar un régimen. Fue un ataque efectivo y con objetivos limitados para aliviar el sufrimiento de los sirios", dijo May. El líder laborista, Jeremy Corbyn, sostuvo, por el contrario, que la acción fue "legalmente cuestionable".