Rusia advirtió ayer a EE UU del riesgo de una guerra entre las dos potencias si Washington cumple sus amenazas de atacar a Siria. La advertencia, lanzada por el embajador ruso ante Naciones Unidas, llegó acompañada de una petición de reunión, hoy, viernes, del Consejo de Seguridad para analizar la peligrosa escalada de tensión desatada por el supuesto ataque químico del pasado sábado a la localidad rebelde siria de Guta.

El aldabonazo ruso coincidió con una rebaja en el tono empleado por el presidente Trump, que ha dejado en sombras la inminencia del ataque, que parecía inevitable el miércoles. Y, lo que es también muy importante, coincidió con la precisión hecha por el jefe político del Pentágono, general James Mattis, de que la decisión de atacar aún no ha sido tomada porque no se tienen pruebas de que de verdad haya habido un ataque químico, aunque, personalmente, él considera que sí lo hubo y lo considera "inaceptable".

Mattis, que compareció en el Congreso de EE UU para explicar el momento de la crisis, concedió que esas pruebas no se podrán lograr sin la presencia de inspectores sobre el terreno, que según Siria llegarán hoy y empezarán a trabajar mañana. El secretario de Defensa anunció igualmente que a lo largo de la jornada de ayer el Consejo de Seguridad Nacional se reuniría con Trump para exponerle las diferentes opciones que, a juicio de los militares estadounidenses, hay para encarar la crisis.

Ya el miércoles por la noche, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah H. Sanders, advirtió, pese al impulsivo tono de los tuits de Trump, de que no se había tomado ninguna decisión firme. En realidad, según confesó Mattis en el Congreso, el Pentágono teme que un ataque a Siria desemboque "en una escalada fuera de control" en una región tan inestable como Oriente Medio.

El problema, que está siendo denunciado con profusión por la prensa estadounidense es que el tono y el contenido de los mensajes de Trump es tan zigzagueante que puede considerarse caótico. En cualquier caso, tras amenazar el miércoles a Rusia con misiles "bonitos, nuevos e inteligentes", ayer, en uno de sus habituales tuits de primera hora de la mañana, introdujo una matización: "Nunca he dicho cuándo se producirá el ataque a Siria. Podría ser muy pronto o no ser para nada tan pronto", escribió. Horas después, durante un acto público, precisó la temporalidad con un "bastante pronto".

En el seno de los aliados de EE UU, la jornada estuvo marcada por la desafiante seguridad con la que el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró por la mañana tener pruebas de que Damasco atacó Guta con armas químicas. Horas más tarde, sin embargo, Macron, concedió que todavía no se había adoptado ninguna decisión.

Sí la tomó, entre tanto, la canciller alemana, Angela Merkel, que descartó que su país se sume a una eventual operación de EE UU. En cuanto al Reino Unido, su Gobierno decidió ayer "seguir trabajando con EE UU y Francia para coordinar una respuesta internacional".