El supuesto ataque químico perpetrado el sábado por el régimen sirio, apoyado por Rusia, contra la localidad de Duma, la única todavía en manos rebeldes del enclave de Guta Oriental, próximo a Damasco, ha elevado de modo alarmante las tensiones cruzadas en todo Oriente Próximo. La primera de las consecuencias de la agresión, que según fuentes humanitarias desplazadas sobre el terreno habría dejado 60 muertos y mil heridos, ha sido un ataque con misiles a una base gubernamental en el centro del país, que se atribuye a Israel, potencia que optó ayer por mantenerse en silencio.

EE UU, Reino Unido, Francia y los países del Golfo, entre otras potencias, han exigido una investigación urgente del supuesto ataque químico y que se tomen represalias "fuertes" en común. Anoche, Washington anunció "rápidas decisiones importantes" en un plazo máximo de 48 horas en respuesta a lo que Trump calificó de "odioso ataque a inocentes".

El ataque con misiles fue desencadenado hacia las 02.30 de la madrugada por varios cazas israelíes que, desde territorio libanés, habrían lanzado ocho unidades contra la base aérea militar T4, en la provincia de Homs. Cinco misiles habrían sido destruidos por las defensas sirias, mientras que otros tres alcanzaron algunos de sus objetivos, matando a catorce personas, de las que no menos de cuatro eran asesores militares iraníes.

Tanto Rusia como Irán, ambos aliados de Damasco, han atribuido la agresión a Israel. La acusación ha sido aceptada por una mayoría de analistas, que la consideran una primera respuesta, inspirada por EE UU, al ataque químico de Duma. De hecho, Líbano denunció que cuatro aviones israelíes violaron su espacio aéreo a la hora en la que fue ejecutado el bombardeo.

Pese a lo espectacular del ataque israelí, que carece de precedentes en los siete años del conflicto civil sirio, el foco de la atención sigue puesto en las próximas represalias al supuesto ataque químico del sábado, que se dan por seguras, máxime tras las amenazas lanzadas por Trump. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de urgencia anoche, mientras Rusia aseguraba que sus investigaciones sobre el terreno le hacen descartar la presencia de armas químicas -se ha denunciado cloro y sarín- entre la munición empleada en el ataque.

Moscú puso de manifiesto lo innecesario de recurrir al arma química en una ofensiva victoriosa como la de Guta y expresó su temor a que las acusaciones sean el preámbulo de "una intervención militar con pretextos fabricados", algo que, advirtió, podría "acarrear muy graves consecuencias".