Brasil amaneció ayer conmocionado tras la decisión adoptada de madrugada por su Tribunal Supremo, que dio luz verde al encarcelamiento por corrupción del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, figura política central de la vida política brasileña desde hace décadas, artífice de la transformación del país en la primera década de este siglo y favorito indiscutible para las elecciones presidenciales de octubre.

Lula, de 72 años, fue condenado en enero pasado por un tribunal de apelación a 12 años y un mes de cárcel, acusado de recibir un apartamento de lujo de una constructora involucrada en la gigantesca trama de corrupción montada en torno a la petrolera estatal Petrobras.

El exmandatario (2003-2010) pretendía conservar su libertad hasta agotar los cuatro niveles de apelación del sistema jurídico brasileño. Hasta ahora sólo ha consumido dos, siendo condenado en ambos. Por ello solicitó un habeas corpus que, de haberle sido concedido, habría dilatado la resolución de su proceso meses y hasta años, permitiéndole presentarse a los comicios e incluso gobernar si como se prevé los gana.

Pero los jueces del Supremo, por un apretado 6 a 5, rechazaron el recurso, confirmaron la condena en segunda instancia y ratificaron que la pena puede ser ejecutada sin aguardar a la tercera y la cuarta instancias. Esto podría llevar a Lula a una celda carcelaria la próxima semana.

No obstante, su defensa aun tiene cartas en la manga que piensa jugar, ya que a su entender, dado que la Constitución brasileña garantiza la presunción de inocencia, Lula no puede ser encarcelado hasta que no se agoten todos los recursos a los que aún tiene derecho. Sus abogados cuentan con un plazo que expira el próximo martes para presentar un nuevo recurso, cuya tramitación dilataría al menos hasta finales del actual mes de abril el encarcelamiento.

Mientras los juristas afilan sus armas y perfilan sus tácticas, las calles bullen y los mercados celebraron sin especial euforia el golpe asestado a Lula. El índice Ibovespa subía 1,50% a fines de la mañana y el real se negociaba a 3,31 unidades por dólar, frente a 3,34 la víspera.

El multitudinario Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Lula en 1980, prometió defender en las calles y ante cualquier instancia su candidatura presidencial "hasta las últimas consecuencias". El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) se sumó a las críticas en Twitter: "No es solo a Lula a quien quieren arrestar, sino también al sueño de un país más justo. Jamás lo permitiremos. La lucha continúa", afirmaron sus dirigentes.

Pero también hubo fuegos artificiales y festejos en Brasilia por parte de los detractores de Lula. El Partido Social Demócrata del exmandatario Fernando Henrique Cardoso, que perdió las últimas cuatro elecciones contra el PT, emitió un comunicado firmado por su líder en la Cámara baja, Nilson Leitao: "El expresidente no está por encima de la ley, sino a su alcance, como todos los brasileños. Una decisión en sentido contrario frustraría a la sociedad y sería un retroceso en el combate contra la impunidad", dijo.