Los presidentes de EE UU, Donald Trump, y Rusia, Vladimir Putin, coincidieron el martes en la necesidad de celebrar una cumbre para la que aún no tienen fecha ni lugar, según informaron ayer fuentes oficiales de Moscú y medios de comunicación de EE UU. La conversación entre ambos líderes sirvió a Trump para felicitar a Putin por su victoria en las presidenciales del domingo, pese a que en un primer momento, el lunes, se informó de que esa felicitación no se produciría.

La conversación del martes entre Trump y Putin fue revelada, entre otros medios, por "The Washington Post", que la acompañó de la filtración de que algunos consejeros de la Casa Blanca aconsejaron al Presidente no felicitar a Putin, sin duda para no echar más leña al fuego de la investigación sobre la trama rusa que lleva a cabo el fiscal especial Robert Mueller.

Según el diario estadounidense, Trump y Putin no abordaron el escándalo del envenenamiento en Reino Unido del espía ruso Skripal y de su hija. Este asunto siguió haciendo correr ayer ríos de tinta. Para empezar, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aprovechó una rueda de prensa en Bruselas para anunciar que no felicitará a Putin, ya que no tiene "ningunas ganas" de hacerlo tras el envenenamiento.

Moscú escogió ayer la táctica del contraataque e hizo oficial una postura según la cual el envenenamiento es una "puesta en escena" de las autoridades británicas. Así lo expuso un alto responsable de Exteriores en una reunión a la que fueron convocados todos los embajadores acreditados en la capital rusa. "O bien las autoridades británicas no son capaces de proporcionar protección para este tipo, digámoslo así, de ataque terrorista, o bien pusieron en escena directa o indirectamente, y no acuso a nadie, un ataque contra un ciudadano ruso", enunció un alto responsable del departamento. Otra fuente autorizada del Gobierno ruso añadió que si Skripal hubiese sido objeto de un ataque "con una sustancia tóxica militar", se habrían producido "múltiples víctimas".

En paralelo, el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, instó a las autoridades británicas a "calmarse" y las acusó de "estar de los nervios" por la situación creada. Lavrov denunció que Londres pretende buscar la solidaridad del mundo, por haber sido objeto en su territorio de un supuesto ataque ruso, pero "no ha presentado prueba alguna" de la autoría.

La guinda de la jornada la puso el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, quien respaldó la afirmación de un diputado laborista de que "Putin va a usar (el Mundial de fútbol de este año) del mismo modo en el que Hitler usó las Olimpiadas de Berlín de 1936". Johnson no se mostró, sin embargo, partidario de boicotear la cita. La comparación del ministro británico fue condenada de inmediato por Moscú, que la estimó "inadmisible e indigna" y resaltó que Rusia "entregó millones de vidas en la lucha contra el nazismo".